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ENTREVISTA A MARTA POVO
Traer la Geocromoterapia al mundo no pasa cada día...
Por Emmain

 

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Marta Povo es una mujer inquieta con unos ojos claros magnéticos. Una de esas personas tenaces que tuvieron que recorrer muchos kilómetros hacia dentro y hacia afuera para poder encontrar su camino. Ha desempeñado con éxito distintas profesiones y distintos roles de los que puede sentirse muy orgullosa. Generosa en palabras, es una valiente pionera que lleva años consolidada como maestra, terapeuta y escritora. Está entusiasmada porque acaba de estrenar nuevo espacio de pedagogía y sanación a 25 km de Barcelona, y aún así saca tiempo para explicarnos su trabajo y quien es ella.

 

 

 


¿Cómo se define a sí misma Marta Povo?
Soy una mujer normal, con un hijo, una hija y una nieta, que cocina y limpia, que tiene dudas y miedos, impaciencia, problemas... Pero refiriéndose al carácter, hoy me definiría como un ser bastante decidido, creativo y fuerte, como una mujer independiente y asertiva, también hiperactiva, pero con una sensibilidad no muy acorde con el planeta, lo cual me ha aportado épocas de gran sufrimiento. A la vez, esta hipersensibilidad me acerca a otros planos o realidades, y eso me reporta un gran sentimiento de apoyo y protección. Tengo una tremenda fe.

 

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‘‘Siento fuertemente que estoy en sintonía y hermandad con otros entes del universo. Me siento co-creando mi vida con el apoyo y asistencia continua de mis hermanos estelares.’’


¿Cuándo eras pequeña qué querías ser?
A los 7 años decidí ser médico, debido a que mi hermana estuvo a punto de morir por un error médico en el diagnóstico, lo cual la llevó a estar en un sanatorio durante tres años. Fue cuando dije: ‘‘De mayor, voy a estudiar algo (pensaba en Medicina o en Biología) que me permita investigar un sistema de diagnóstico serio; no puede ser que se juegue con la vida de las personas; esto es un drama; tiene que haber un medio para encontrar las ‘‘causas’’ y no engañarnos con síntomas’’. Naturalmente ése era el ‘‘sentimiento’’ básico y contundente de una niña, éste no era mi lenguaje entonces. Pero desde luego esa decisión se quedó bien grabada en mi subconsciente. Sin embargo... estudié Historia del Arte y Antropología, ya ves. Al morir mi madre de repente a mis dieciocho años, me quedé tan trastocada que fui dando tumbos con mi vida durante años; no supe ni pude hacer el duelo, lo cual tuvo graves consecuencias.

 

 

¿Dirías que eres una persona con una sensibilidad visual exacerbada?
No sé si ‘‘visual’’… Por supuesto soy una gran observadora, muy sutil observadora, dicen. Creo que esa facultad se educó por el hecho de estar casi veinte años haciendo fotografías y viendo la vida o encuadrándola a través de un pequeño agujero. Pero mi mayor don cognitivo estriba en la sensibilidad psíquica, en la facilidad de canalización, mediación o escucha de otros planos existenciales. Mi primer texto canalizado fue a los catorce años y versaba sobre el tantra, aunque yo aún desconocía la sexualidad. De todas formas mi madre era médium y para mí y mi entorno aquello era muy normal. Siempre hice escritura automática, y eran textos muy bonitos, sobre temas generales, a veces personales, a veces filosóficos... canalizaciones que yo acababa abandonando en un cajón.
No fue hasta los 43 años que recibí un largo texto durante meses: era todo el Sistema Geocrom. Totalmente inesperado, casi abstracto para mí. Es decir, fui recibiendo todas las propiedades ‘‘terapéuticas’’ que tienen los distintos polígonos de la geometría, combinados simultáneamente con cierto color. Ahí me di cuenta de la importancia que puede tener ser un fiel traductor de los mensajes del Universo, ser ecuánime, imparcial, honesta, clara, fiel. Y sentí una enorme responsabilidad. Traer la Geocromoterapia al mundo no pasa cada día...

 

 

¿Qué recuerdas con más cariño de tu etapa como fotógrafa profesional?
¡Desde luego las inauguraciones de mis exposiciones no! Me molestaban mucho las palmaditas en el hombro y todas las felicitaciones. Algo en mí sabía que no era bueno para mi alma, aunque sí lo fuera para mi ego y para mi coraje de seguir creando. Disfruté mucho jugando con el arte, no diré lo contrario; me resultaba muy fácil encontrar y plasmar el lenguaje de la armonía. Pero siempre supe que yo no había venido a la Tierra para hacer fotos (aunque tampoco sabía a qué había venido).
Te diré que lo más maravilloso de la fotografía es el ‘‘acto’’ creativo. El trance. La fuerza del instante en que se congela el tiempo. El acto de crear una imagen determinada, partiendo de algo real, congelar un instante de la Vida. Recuerdo mi extrema concentración y imagenun gran placer en aquellas milésimas de segundo... Hice miles y miles de imágenes, pero sólo me sentía en éxtasis en el momento de plasmarlas.

 

 

¿Qué hizo que pasases de la expresión gráfica y el Feng Shui a la terapéutica espiritual?
Eso no fue así. El Feng Shui lo descubrí mucho después. Yo me dediqué por completo al arte y la fotografía desde los 18 a los 37 años. Pero a los 35 entré en una crisis existencial y vocacional tremenda que duró casi dos años. Como ya tenía dos hijos y me acercaba a los cuarenta, no quise empezar la carrera de Medicina, aunque rondaba por mi mente. Además, sabía que en mi entorno no sería bien aceptado. También es cierto que no quise estudiar la medicina ortodoxa y alopática, en primer lugar porque yo me peleaba siempre con todos los médicos, por su forma – a mi entender – absurda e incompleta de enfocar la medicina y de tratar al paciente. Y en segundo lugar, porque intuía que había otras formas de medicina, aunque las desconocía aún. Yo llevaba a mi hija a un médico y homeópata, especializado en antroposofía, y su forma de ver la curación me atraía.

 


Así que, sin dejar la fotografía aún, a los 37 comencé tímidamente a estudiar quiromasaje. Casi nadie supo que estudiaba algo relacionado con la salud; lo hacía en secreto, era demasiado conocida como fotógrafa. No sabes lo que disfruté observando la anatomía, tocando cada músculo, sintiendo a la persona, paliando su pesar. Pero ocurrió algo extraño: cada vez que hacía un masaje, aunque quisiera ser metódica, mis manos también limpiaban el aura y sacaban escorias etéricas, o algo así. Nadie alrededor lo entendía, ni yo misma. Así que me animé y seguí estudiando reflexología, flores de Bach, reiki, cristaloterapia, etc. Hasta que me harté de no saber realmente ‘‘medicina’’ y decidí a estudiar durante cuatro años la carrera de Medicina China y Acupuntura. Fue después cuando cayó en mis manos el primer libro de Feng Shui.

 


Lo de la ‘‘terapéutica espiritual’’, como dices, se fue dando solo... Fíjate que me enamoré de los puntos psíquicos de la acupuntura, y me especialicé en ellos, y que seguí limpiando auras y trabajando sobre los chakras. Las conversaciones con cada paciente eran verdaderas confesiones del alma, e inesperadas por ellos mismos; todos ellos desnudaban su psique y su espíritu cuando me hablaban. Fueron mis propios pacientes quienes me convirtieron en su consejera o asesora. Siempre tocábamos fibra. Cada terapia era y sigue siendo un diálogo de alma a alma. A menudo aparecen canalizaciones y observaciones de mis guías o los suyos, que enriquecen en gran manera la terapia psicoanímica que aporto.

 

 

Eres muy conocida como divulgadora del arte de la distribución de los espacios para facilitar la energía. Háblanos sobre ello.
No creo que sea tan conocida por lo de armonizar los espacios. Creo que se me conoce más por crear la Geocromoterapia y por su efectividad. O tal vez por mis 19 libros escritos, de los cuales solo tres hacen referencias al Feng Shui. Lo único que ocurre es que mi visión del Feng Shui es un tanto distinta de la ortodoxa porque contemplo el alma del lugar (la casa es un ser vivo) y veo lo que pide o necesita. Y desde luego porque tengo muy en cuenta la visión profunda de cada área del bagua (que no es más que un esquema armónico canalizado y comprobado durante tres mil años) desde una perspectiva más espiritual, psicológica y orgánica de lo habitual. Pero lo que realmente me hizo entender el Feng Shui fue hacer largas meditaciones profundas sobre el ‘‘elemento’’ correspondiente a cada área. Cuando yo fui Fuego y Agua, entendí y sentí a fondo las zonas 1 y 9, y la relación entre ellas. Cuando fui la Tierra y el Cielo, supe lo que era realmente Kun y Chien; ser el trueno, ser el viento, ser una montaña, un lago… toda esa vivencia mística, esa gran meditación de semanas, me dio el conocimiento real de la fuerza que posee cada rincón de una casa.

 

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‘‘Cuando se va encontrando la armonía entre el interior y el exterior de una casa, entre cada uno de sus habitantes y los espacios que habita, su subconsciente, su misión en la vida, su pasado, su trabajo y entorno social... entonces el prana fluye libremente y en plenitud. Todo y todos pueden nutrirse de la energía de la vida.’’



La Vida, su fuerza lumínica, tan sólo quiere fluir entre nosotros, bendecirnos, coexistir con cada alma. A veces se lo impedimos, porque no sabemos distribuir los espacios, los colores y la iconografía que nos rodean. Estamos cargados de condicionantes; se trata de ir observando lo que impide el fluir de la energía y darle paso. A veces es un cuadro y su simbología lo que nos marca una pauta inarmónica, a veces son prejuicios estéticos, a veces es el color dominante, o la carga psíquica que ya contenía aquel lugar de otros habitantes… hay mil factores. De todas formas, confieso que las fórmulas de arquetipos Geocrom especiales para sanar las viviendas me ayudan mucho, tanto en el diagnóstico del lugar como en su sanación.

 

 

¿Qué buscan en ti los pacientes que te visitan? imagen
El encuentro de su Ser... A veces nos perdemos. La identificación con nuestro ego y nuestras creencias es tan poderosa, que llega un punto en que ya no sabemos quiénes somos, ni por qué y para qué estamos vivos. La vida deja de tener sentido; y más ahora, tal como está la sociedad. Creo que ellos vienen intuitivamente a mí porque necesitan que alguien les recuerde la grandiosidad de su Ser y de su alma encarnada, para llegar a reconocer y honrar su camino, su largo camino a través de muchas vivencias; vienen para ordenar y simplificar su proceso, para calmar y sosegar esa gran búsqueda del amor, a veces infructuosa, o para realizar un camino de autoconocimiento que la psicología no les proporciona porque sigue reconociendo al ser humano de forma fragmentada, como la medicina, sin contar con su espíritu.

 


No sé... la verdad es que el diagnóstico con la Geocromoterapia es muy poderoso, y nos muestra claramente lo que más necesita saber y sanar aquella alma en aquella etapa evolutiva. Durante la primera hora de la terapia tan sólo hablamos, y es un tiempo muy aclaratorio y sanador para cada persona. La segunda hora, cuando ya se proyectan los arquetipos en camilla, es pura sanación anímica, se trabaja en silencio, con mis manos, con los arquetipos, con la asistencia del Universo, y luego con el complemento de las diluciones Geocrom a base de agua de mar codificada, remedio en gotas que les sirve de soporte para que durante unos días ellos puedan cambiar patrones de comportamiento.

 

 

¿Y los alumnos?
En parte vienen para lo mismo, pero adaptado a su saber, a sus conocimientos. No sé aún cómo (todo es pura sintonía...), pero saben que todas mis enseñanzas terapéuticas están totalmente vinculadas a la sanación de las almas, el sustrato desde donde el hombre sana su psicología, su línea ancestral, su energía, su entorno y su cuerpo. Todo parte del mismo sitio y se va densificando hasta lo más burdo de nuestra realidad. Estas enseñanzas antes estaban separadas. Cuando se aprenden terapias, sea la técnica que sea, no se habla de cuestiones místicas, pues hay aún una gran psicosis o división entre materia y espíritu. Yo lo integro y lo vinculo porque no lo concibo por separado. Es más, no sólo integro la espiritualidad a la medicina sino que la sitúo fuera del contexto religioso. Empleo un lenguaje completamente laico para explicar la espiritualidad, y busco siempre las causas más profundas detrás de las apariencias; intento observar el karma, los efectos de unas causas, el patrón repetitivo; desmitifico cualquier dogma religioso o manipulador y enseño a ir a la esencia de cada ser, a lo relevante de cada caso y de cada diagnóstico.
La forma peculiar en que yo enseño a realizar un diagnóstico causal y anímico es lo que a las personas más les gusta y les llena, porque después ese conocimiento pueden aplicarlo también a cualquier otra técnica que cada alumno emplee.

 

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‘‘De alguna forma, creo que todos vienen a ‘‘ser estimulados’’, impulsados a esa nueva espiritualidad.’’



Desde niña creo que soy una gran provocadora, un ser que moviliza y promueve el cambio de actitud, renueva conceptos, analiza y sintetiza lo primordial y esencial. En mi fecha de nacimiento el número 1 se repite 5 veces. Tengo pocos prejuicios, nací en un contexto nada religioso pero muy espiritual. También tengo cierta facilidad para la síntesis y la palabra; creo que todo eso me facilita esa pedagogía espiritual...

 

 

¿Cómo definirías la Metafísica?
Lo dice la misma palabra: ‘‘más allá de la física’’. La ciencia que intenta explicar lo que está más allá de la materia. Es a donde por fin está llegando la física actual: a la vacuidad, al poder e influencia de la mente sobre la materia, a las probabilidades y caminos pre-existentes, a la visión holográfica. Pero no te creas que es tan fácil distinguir la metafísica de la mística. Que más allá de materia hay algo que la sustenta, una energía, un aliento, un espíritu, una inteligencia universal... es algo que han sentido siempre los místicos de todos los tiempos. Y eso... se añora. Yo añoro cada día volver a Casa, como muchos místicos. Sabemos que esa fuerza sabia es nuestro origen (a veces en la Tierra nos sentimos en el exilio…). Tal vez los místicos sienten y escriben sobre esa fuente añorada, y los metafísicos no tanto.

 

 

¿Qué es la Geocromoterapia psicoanímica?
En realidad vemos que la Geocrom no es una técnica más para paliar dolencias sino una hermosa y poderosa herramienta de autoconocimiento psíquico y anímico. También la llamamos ‘‘una medicina del alma’’ porque en realidad es el alma quien enferma, no el cuerpo. Alma y espíritu no son lo mismo. Casi podríamos decir que el alma es la intermediaria entre nuestro ego-cuerpo, y nuestro espíritu solar, que es común a todos. El alma es personal, pero nuestro espíritu es grupal. Somos Uno.

 

 

¿Y la medicina del hábitat?
Los espacios están vivos; también enferman. A veces por diversas causas externas, pero a veces por causas internas. A menudo nosotros, sus habitantes, según nuestro comportamiento y proceso de toxicidad psico-emocional, o según la desarmonía con la que ambientamos el espacio, enfermamos nuestro entorno, incluso sin darnos cuenta; es puro desconocimiento. Si un hábitat enferma significa que también puede sanar, curarse. Hay medios para sanear, corregir, potenciar y sublimar un espacio, y la Geocromoterapia ha demostrado durante veinte años ser muy eficaz en ello. De todas formas te diré que el nombre que puse hace años a uno de mis cursos monográficos, ‘‘Medicina del Hábitat’’, lo elegí porque no quería llamarle Feng Shui, ya que éste es tan solo el 20% del contenido de mi curso, pues en un hábitat debe tenerse en cuenta la fuerza telúrica, las geopatías, tecnopatías, el psiquismo del lugar, el cromatismo, la iconografía, etc.

 

 

Define la energía, define el color, define la geometría. ¿Por qué los tres sanan o enferman a las personas?
El orden del universo es la Geometría.
El orden de la energía es la Luz.
El orden de la luz es el Color.
La energía es un término muy amplio, y la podemos definir de mil maneras: calorífica, vital, lumínica, eléctrica, magnética, telúrica, mental, gravitatoria, nuclear… pero en definitiva es un ente que crea realidades, que las vitaliza, las anima o le da la existencia a cada cosa, aunque sea artificial; los objetos inanimados también poseen una determinada energía. La energía se ordena y vibra mediante la fuerza lumínica. Y justo de la fuerza lumínica parte el color. Cada color es una distinta expresión de la luz visible.
La geometría es la expresión de la armonía del Universo. Es su vocabulario. Cada polígono es como una letra del lenguaje con el que se expresa la fuerza del espíritu universal. Cada patrón, cada pauta geométrica, es un código. Tiene su fuerza particular, su sentido, su misión, su aportación.
La Geometría es orden y ordenación, es estructura y estructuración. Nos puede sanar, o todo lo contrario, porque nosotros somos también Universo. Somos parte de ese Todo, y por tanto somos ‘‘reacivos’’ tanto a los patrones geométricos como a los patrones lumínicos y cromáticos.

 

 

¿Influye determinantemente nuestro entorno en cómo somos en y cómo estamos?
En cómo somos no tanto, aunque en parte también, porque si desde pequeño siempre has vivido en un determinado tipo de ambiente o entorno, eso marca tu ADN y tu comportamiento. Pero es evidente que los objetos materiales nos aportan día a día un determinado estado psicológico; no estamos igual en un entorno donde los muebles son metálicos o plásticos, que en uno donde son de madera natural; ni si en el lugar hay mucha luz o es oscuro; ni si los objetos son angulosos o si son redondeados. Cada objeto desprende ondas de forma y una energía diferente. Incluso cada objeto contiene impregnaciones de todas las personas que lo han elaborado y comercializado, tanto si lo han tocado como si no; cada empresa tiene una filosofía, una intención, un director, una impronta, lo cual queda registrado en el objeto. Y todos nosotros somos siempre reactivos a la energía.

 

 

¿Crees que hay personas que necesariamente necesitan un entorno rural o vivir junto al mar, por ejemplo, para estar bien?
No. Estar bien depende de tu interior básicamente. De tu relación con la Vida. En un entorno urbano, si la salud lo permite, también se puede ser muy feliz y muy espiritual. Pero es más fácil rodeado de naturaleza y sin toxicidad.

 

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¿Tienen las ciudades alguna ventaja psicoespiritual que justifique que permanezcamos en ellas?
Lo de siempre: las oportunidades, los contactos, la gran variedad de actividades, libros, los eventos que ofrece una ciudad, el intercambio continuo entre personas, la fuerza de la comunidad. Cuando te aíslas en un entorno más vacío, te encuentras contigo mismo... y eso no es nada fácil. Por eso nos concentramos en comunidades grandes. Pero yo creo que lo ideal es alternar los períodos de silencio y solitud con los períodos de compartir y comunicar.

 

 

¿Del 1 al 10, cuánto podemos mejorar realizando los cambios apropiados en nuestro propio domicilio?
Yo diría que un 6 o un 7. Más de la mitad de nuestros problemas se pueden al menos paliar si nos ayuda nuestro espacio. Lo que está dentro, está afuera, y viceversa. Si tu entorno está desordenado, tu mente y tus emociones están desordenadas; incluso tus células. Si tu ambiente es frío y desangelado, tu alma y tu psique se sentirán así. Si la combinación de colores es caótica y estresante... ¿cómo crees que viviremos nuestra vida? Del mismo modo.

 

 

Dinos tres libros que te hayan marcado en la vida.
Podría decir muchos más de tres, pero cronológicamente te diré estos libros: El tercer ojo, de Lobsang Rampa, que lo leí a los quince años, en plena época franquista. Otro que me marcó hace 25 años fue Más allá del materialismo espiritual, de Chögyam Trungpa. Y recientemente me ha tocado fondo El Testamento de las tres Marías, de Daniel Meurois, aunque del mismo autor te diría que el que más me marcó (y durante diez años fue mi libro de cabecera) es su antigua obra Por el Espíritu del Sol.

 

 

¿Tienes algún proyecto en mente que tus lectores debemos esperar?
De hecho, estoy escribiendo dos libros a la vez. Uno se llama El aprendiz de avatar. Es novelado; no sé aún si lo continuaré. Pero el otro está más avanzado y creo que ahora hace mucha falta; aún no sé el título pero trata del Color y la Luz. Después de escribir tanto sobre geometría y sus valores, ahora me toca profundizar y reflexionar sobre el cromatismo terapéutico.

 

 

Para acabar: un consejo para ser más felices
Mmmm… no es posible sólo uno. Creo que aportaré tres consejos:
conócete a ti mismo es el primero. Es decir, no te auto-engañes, explórate, analiza y observa tus intenciones profundas, sé honesto contigo mismo...
El segundo sería: identifica, y seguidamente despréndete, del máximo de condicionantes. Es decir, busca tu libertad real, no te acomodes en lo que nos condiciona, ¡cámbialo!
El tercero es una clave: ámate mucho, honra el camino andado, aprecia tu ser interior, ama a esa eternidad, a ese gran espíritu eterno que convive con tu pequeña persona durante tu corta vida terrenal.

Muchas gracias a Marta Povo por la generosidad y profundidad de sus respuestas, y por su amabilidad.

 

 

 

 

 

 
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