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ENTREVISTA A RAQUEL RUS

Por Emmain
   

 

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Fue complicado cuadrar agendas. La terapeuta, formadora y escritora Raquel Rus vive en Madrid, y su planificación barcelonesa para presentar Comunicación Consciente estaba muy apretada. Cinco minutos después de conocerla agradecí enormemente el esfuerzo de ambas. Es una joven sabia. Su recorrido vital y su capacidad para abrazar el conocimiento, hacen de ella alguien extraordinario. La adoptaría como referente y como maestra, porque posee la humildad y la generosidad de los GRANDES. Ni mesiánica ni impostada, Raquel Rus nos ofrece sanarnos y tomar responsabilidad sobre lo que somos. Su libro Comunicación Consciente triunfa donde va, en consonancia con lo mucho y bueno que comparte esta mujer tan especial a la que ni las fotos ni los videos le hacen justicia.

 

 

 

¿Cómo se definiría a sí misma Raquel Rus?
Supongo que como un ser que anda a la búsqueda de sí mismo, intentando disfrutar el proceso de descubrirse para dejar de fingir que es lo que le han contado.

 

¿Cómo has llegado al conocimiento que a día de hoy constituye la base de tu profesión?
Por la necesidad de entender un mundo que me parecía absurdo y demasiado cruel, como creo que le pasa a la mayoría. Al comprender que todo tiene un sentido, vivir es mucho más sencillo y divertido. Todos los terapeutas tenemos una historia que solucionar; al comenzar a hacerlo entendemos que, curiosamente, nuestra historia es la misma que la de los demás.

 

¿Qué significa el Reiki en tu vida?
Reiki para mí fue todo un descubrimiento. Entender que todos tenemos la capacidad de canalizar energía nos da el poder de cambiar las cosas, de mejorarlas. Para mí dar cursos de Reiki es devolver a las personas algo que ya tienen y les negaron, un poder y un conocimiento vitales.

 

¿A quién recomendarías formarse en esta disciplina?
A quien así lo sienta. Es una buena base para auto-conocerse y experimentar, a mí me encanta y para mí fue y es importante. Lo que no quiere decir que todo el mundo necesite formarse en ello, hay que sentirlo, es un camino tan válido como muchos otros.

 

Tienes en tu web una frase preciosa sobre el aprendizaje. Por favor, compártela de nuevo con nosotros...
Es del libro Ilusiones, de Richard Bach: ‘‘Aprender es descubrir lo que ya sabes. Actuar es demostrar que lo sabes. Enseñar es recordarles a los demás que saben tanto como tú. Sois todos aprendices, ejecutores, maestros.’’.

 

¿Qué crees haber encontrado y nos quieres hacer encontrar a nosotros a través de tu libro Comunicación Consciente?
Encontré que sabía hablar pero no llegar a los demás, que mis palabras generaban defensas, que tampoco comprendía lo que otros me decían… En definitiva, que no llegaba las personas que para mí eran importantes. Como somos seres sociales, ése es todo un problema, ya que nuestra felicidad depende de la capacidad de relacionarnos. En el libro explico lo que yo descubrí: las razones por las que hasta ahora no nos hemos comunicado, cómo podemos hacerlo y por qué es vital que lo hagamos.

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¿A quien se lo recomendarías?
A cualquier persona que desee generar nuevas relaciones más sanas y sentirse mejor consigo misma.

 

¿Se puede no comunicar?
Qué difícil pregunta. Sí y no, te cuento. Sí se puede ‘‘no comunicar’’, porque es lo que hacemos la mayor parte de las personas durante casi todo el tiempo. Comunicar viene de poner en común, de generar espacios para compartir lo que somos. Y no se puede ‘‘no comunicar’’ porque somos una vibración que emite lo que es todo el tiempo. Tenemos la falsa sensación de intimidad que nos hace sentir seguros, como si nosotros pudiéramos decidir lo que los demás pueden o no ver de lo que somos. Es una fantasía. Solo hace falta que llegue alguien que sepa mirar con otros ojos, y eso podemos aprenderlo todos. Eso sí, el primer paso es el difícil, mirarnos a nosotros mismos. Como decía el Oráculo de Delfos: ‘‘Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses’’. Cuando nos conocemos a nosotros mismos podemos ver a los demás incluso de maneras en las que ellos mismos no se ven, entendemos lo que emiten porque somos lo mismo.

 

¿La vida tiene en la comunicación su alimento?
Más que en la comunicación en el amor. Más que nada en el mundo todos deseamos ser amados y aceptados. En ese proceso es donde la comunicación consciente es vital, nos permite llegar a los demás, afectar y ser afectados, crecer en comunidad, tocar corazones, cambiar nuestra vida.

 

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‘‘Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses’’

 

¿Por qué es tan importante tomar conciencia de lo que se comparte?
La consciencia es importante en absolutamente todo. En la respiración, en la alimentación y en cada parcela de la vida. Es tomar nuestra fuerza, aceptar quiénes somos y atrevernos a ser. Nos educan para ser niños indefensos toda la vida. Solo con la consciencia nos damos cuenta de que somos mucho más de lo que comprendemos, y es en ese proceso en el que tomamos el poder. Hablo no de un poder sobre otros, sino sobre nosotros mismos. De esa manera al tomar consciencia de lo que compartimos, antes tomamos consciencia de lo que somos, de por qué hemos actuado así y de que podemos hacerlo de otra manera que nos haga mucho más felices.

 

¿Es la comunicación un puente hacía nosotros mismos o sobre todo hacía los otros?
Qué buena… Ambas cosas. Llegar a nosotros mismos escuchándonos nos permite aceptar a los demás de forma más natural. Abrirnos a lo que otros nos digan nos da pistas sobre nuestra propia vida. Somos seres sociales, hay múltiples puentes de unos a otros.

 

¿Qué le sobra al ser humano?imagen
Miedo.

 

¿Qué le falta?
Consciencia.

 

¿Es necesario salir al extranjero para alcanzar según qué experiencias?
A mí me encanta salir, conocer gente nueva, probar nuevos platos y ver nuevos paisajes. Es una experiencia que disfruto mucho y personalmente necesito, aunque no por ello creo que tenga que ser así para todos.

 

¿Hay muchas diferencias entre tus alumnos locales y los holandeses?
Mis alumnos de Holanda son en su mayoría latinos. Cada curso tiene no menos de cinco nacionalidades distintas, es muy enriquecedor precisamente por lo diferentes que somos. En el último curso que impartí allí, por primera vez en todos estos años, la mayoría eran españoles. Lo curioso fue que al terminar las alumnas sudamericanas me dijeron que los españoles tenemos menos miedo a llegar profundo que ellas. Es lo bonito de compartir, yo jamás lo habría visto.

 

También trabajas con las energías de las piedras... ¡cuéntanos!
Por mucho que sepamos de terapias, cuando nosotros estamos mal somos como los demás, no nos apetece hacer nada para salir de ahí. También necesitamos mimos y ayuda externa. Para ello los cristales son maravillosos, su vibración nos coloca allí donde queremos estar. En otro tiempo yo no creía para nada en ellos, me parecía un nivel de frikismo extremo eso de los cristales, hasta que experimenté con ellos. Son compañeros de viaje increíbles, les estoy muy agradecida.

 

¿Qué elementos te guían a la hora de elegir una terapia u otra?
La intuición y las necesidades de la persona que viene a consulta.

 

¿Cómo son tus pacientes (o prefieres llamarles consultantes)?
Les llamo pacientes, aunque no me gusta nada la palabra. De pacientes no tienen nada, son muy activos y comprometidos. Es la única forma, yo solo soy una compañera de viaje con información que ellos necesitan en ese momento.

 

¿Cómo tratarías a alguien agobiado por la falta de tiempo, que se queja de no poder disfrutar de nada?
Primero trabajaríamos con el desequilibrio cerebral que lleva a ello. Le explicaría cómo funciona su cerebro, qué es la ansiedad y cómo llevar equilibrio a su cuerpo.

 

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‘‘Aprender es descubrir lo que ya sabes. Actuar es demostrar que lo sabes. Enseñar es recordarles a los demás que saben tanto como tú.
Sois todos aprendices, ejecutores, maestros.’’

 

 

¿Y a alguien apático y desengañado?
Alguien así tiene mucho dolor detrás e intenta evitar verlo, probablemente porque no sabe qué hacer con él. Aquí la técnica de liberación emocional (EFT) sería muy adecuada.

 

¿Qué querías ser de pequeña?
Arqueóloga, hasta que conocí a una y me contó lo difícil que era ir a las excavaciones; ella daba clases de latín en un instituto. Luego estudié Publicidad con el objetivo de no tener una profesión monótona. Jamás me planteé ser terapeuta, dar cursos o escribir libros. Eso sí, siempre quise cambiar el mundo a mejor, no dejar de lado ese impulso que todos los niños tienen y algunos adultos olvidan.

 

¿Cómo maneja tu entorno esta profesión tuya tan especial? 
Como buenamente pueden. La mayoría no saben exactamente lo que hago, solo preguntan si soy feliz y lo respetan.

 

Me han dicho que te encantan los animales. ¿Qué te aportan?
Conexión, inocencia, sabiduría, vida, presencia… Son maestros.

 

imagen¿Qué faceta te gusta más de tu profesión: la terapia, la docencia, la escritura?
Sinceramente me encanta todo. A veces tengo un día en el que no tengo mucha energía, voy a dar un curso o una terapia y vuelvo a casa con las pilas cargadísimas. El contacto con las personas es absolutamente enriquecedor. Para escribir necesito irme más a mi mundo interno, algo con lo que también me siento muy bien.

 

¿Realizas alguna práctica para cargarte de energía reparadora para estar siempre bien?
No siempre estoy bien, soy un ser humano. De hecho, muchas veces evito todo lo que sé y me permito estar mal, sentir lo que no me apetece. Me da mucha información valiosa sobre dónde estoy. Luego no me quedo allí regodeándome, tomo la información y salgo. Lo que más me carga de energía es hacer lo que me gusta, por eso a veces tengo que estar mal y escucharme para saber qué me llevó allí. Después hago lo posible por solucionarlo.

 

¿Qué haces ante alguien cuyas resistencias parecen impedirle sanar porque en la enfermedad encuentra un cierto confort?
Lo primero hacerle consciente de ello. Luego pueden seguir allí o no, es su elección y hay que respetarla.

 

¿Cómo hay que manejar el silencio?
Perdiéndole el miedo. Estamos tan metidos en el día a día que nos olvidamos de escucharnos, y con el tiempo estamos tan desconectados que nos da miedo hacerlo por lo que podamos descubrir. Escucharnos implica tomar decisiones que a veces cambian nuestra vida o hacen daño a los demás, eso da muchísimo miedo. La vida da miedo, más que la muerte.

 

¿Cómo hay que manejar el miedo?
Primero aceptándolo sin juzgarnos. El miedo tiene la función de mantenernos con vida; una vez visto eso nosotros decidimos conscientemente si ese miedo nos mantiene vivos o nos está matando.

 

Dinos tres libros que te hayan cambiado la vida.

 

Para acabar, danos un consejo para ser más felices.
Atreverse a salir de la supervivencia para comenzar a vivir.

 

 

 

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