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HEMEROTECA- Tomo II
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ABRIL 1974 – Año III – Núm. 17

 

HIPNOLOGIA

HIPNOSIS MORTAL

 
 

Es completamente imposible obligar a nadie que se encuentre en estado hipnótico y poshipnótico, a que ejecute una acción delictiva o inmoral y que esté, por lo tanto, en contradicción con sus propias convicciones y contra su código personal de conducta y moral.
Se han dado varios casos de personas que han sido juzgadas por cometer algún acto delictivo y en presencia del juez han manifestado que ellos estaban hipnotizados y que en el momento del delito no sabían lo que estaban haciendo; por supuesto, las alegaciones de este tipo no han sido nunca tenidas en cuenta por ningún tribunal de justicia del mundo y de la misma opinión se han manifestado los más importantes hipnólogos del planeta, asegurando y confirmando que esto es completamente imposible.
Para demostrar esta teoría se ha tenido que recurrir a los experimentos prácticos que ya desde hace muchos años venimos experimentando los hipnólogos. Siempre, en todos los casos, no ha habido forma de hacer robar o matar a nadie, por muy profundamente hipnotizados que estén los sujetos. La razón está en que al intentar el sujeto cumplir la orden dada por el hipnólogo, se ve frenada y automáticamente rechazada por el propio código personal de conducta y moral, que se encuentra profundamente grabado día tras día y desde que nacimos en nuestro subconsciente, porque en esto el consciente no interviene para nada; en estado de vigilia se limita a razonar y en estado hipnótico queda inhibido y no funciona; así es que el sujeto obra únicamente según el material que tenga grabado en su subconsciente. Quiero que esto quede perfectamente claro.
Como he dicho anteriormente, hemos efectuado una gran cantidad de pruebas sobre el particular y siempre nos ha dado el mismo resultado: En las pruebas se les han dado pistolas de juguete o cuchillos de goma a los sujetos hipnotizados y nada de nada, sólo lo hacen si ellos ya saben positivamente de antemano que todo es broma, entonces sí, pero si va en serio se inhiben y si se insiste sobre la orden a cumplir el sujeto termina por despertarse y nada más.
En uno de los experimentos se le dijo a una señora hipnotizada que eran altas horas de la noche y que tenía ansias de escuchar música, que fuera hacia el receptor y lo encendiera a todo volumen. Pues bien, ¿saben lo que hizo?, se levantó de la silla, se fue al receptor radiofónico y cuando tenía la mano alargada para encenderlo, la volvió a bajar; así lo hizo durante un par o tres de ocasiones, total, no hubo forma de que encendiera la radio. Cuando se la despertó y se le preguntó por qué había actuado de esta forma, negándose a cumplir la orden y encender la radio, saben qué respondió: pues dijo que ella no tenía por costumbre encender la radio a altas horas de la noche, porque sabía que en el piso vecino al que ella vivía había un niño pequeño recién nacido y poniendo la radio le despertaría, aparte de que molestaría a todo el vecindario. En cambio esta señora sí obedeció la misma orden cambiándole de horario y diciéndole que ya no era de noche, que ahora eran las seis de la tarde.
Fíjense ustedes bien en el ejemplo que les he dado, no ha sido necesario recurrir a actos delictivos o inmorales con una orden sencilla de encender el receptor de radio a altas horas de la noche, ya no la ha podido cumplir y no ha podido porque esta orden entraba en conflicto consigo mismo y, por lo tanto, está en contradicción evidente con su código personal de conducta.
Experiencias como la que acabo de relatar o similares se han hecho muchas en el mundo y también muchas de ellas con carácter completamente oficial, como la que se realizó hace unos años en una famosa clínica vienesa de Austria.
Se sometió a una persona bajo un trance muy profundo de hipnosis, de tal forma que obedecía ciegamente todas cuantas órdenes se le daban, incluso alucinaciones y fenómenos paranormales, pero en el experimento decisivo el sujeto no obedeció y falló. Se le dio una pistola completamente cargada con cartuchos inofensivos, aunque él no lo sabía, creía que era auténticas balas mortíferas, se le grabó bien en su cerebro que con aquella pistola cargada tenía que disparar y matar al médico que le estaba tratando, puesto que era su enemigo personal y le estaba perjudicando grandemente. El sujeto hipnotizado cogió la pistola y rápidamente se dirigió hacia el médico, decidido a matarle, llegó junto a él, levantó el brazo y apuntó perfectamente hacia él. (El sujeto hipnotizado en un tercer grado de profundidad hipnótica puede abrir los ojos, andar, e incluso hablar y permanecer completamente dormido.) Cuando ya tenía la pistola apuntando hacia el médico intentó apretar el gatillo, se le estaban dando órdenes para que apretara el gatillo, pero en vez de apretarlo optó por arrojar lejos de sí la pistola, no pudo matarle, fue imposible, completamente imposible; éste es un caso más en que los impedimentos de índole moral fueron muchísimo más fuertes que la orden hipnótica que se le dio.
He comentado este caso porque fue un experimento decisivo para la hipnosis y en el cual quedó oficialmente demostrado que para cometer un acto delictivo hace falta que ya existan en el sujeto las condiciones psíquicas necesarias e imprescindibles para obedecer y ejecutar el acto criminal.
Como he dicho ya muchísimas veces, sí puede lograrse que la orden criminal se cumpla si el sujeto ya está predispuesto a ello, como lo está el asesino en potencia, el cleptómano o la prostituta.
También para demostrar esta teoría hubo hace mucho tiempo un caso criminal tristemente célebre, que se adujo hipnosis provocada y al parecer así fue, puesto que el sujeto hipnotizado se prestaba a ello.
El hecho ocurrió en 1954, en Copenhague, aunque la fechoría tuvo lugar en agosto de 1950 y marzo de 1951. Los personajes eran dos nazis y se encontraban encarcelados por diferentes fechorías, entre ellas robos y asesinatos; el hipnotizador se llamaba Björn Schouw Nielsen y el sujeto receptor Palle Hardrup.
El tal llamado Nielsen al parecer estaba iniciado en la magia y parece ser que era buen hipnotizador. Nielsen y su víctima Hardrup coincidieron en la cárcel y los dos, como he dicho, eran del mismo partido político. Nielsen estuvo años en la cárcel hipnotizando a Hardrup y condicionándole para cuando salieran de nuevo volver a reorganizar el partido político. Así pasaron noche tras noche, proyectando los futuros planes y entre estos planes figuraba uno en que era necesario ir a robar a un banco el dinero necesario para la reorganización de su partido. Nielsen, que era listo, se pasaba horas induciendo a su amigo en estado de hipnosis, para que éste al salir (seguramente no saldrían juntos) se acordara de todo y fuera asaltar al banco para conseguir el dinero preciso.
Llegó el día en que salieron y Nielsen se preocupó de que Hardrup no fuera capaz ni de querer ni de comprender nada, solamente sabía que habría que ir a robar porque el partido lo necesitaba (atención, aquí también entra en juego el fanatismo).
Hardrup, profundamente acondicionado, porque él sería la salvación del partido, se dirigió a un banco de Copenhague y robó 21.000 coronas danesas y Nielsen se lo agradeció en nombre del partido, pero al parecer no había dinero suficiente y el partido lo necesitaba a él y al dinero, y en cuanto se le sugirió la idea de que asaltara otro banco, Hardrup no lo dudó un instante, se fue a un instituto bancario e intentó robar, pero algunos empleados se resistieron, y como había que darlo todo por el partido, Hardrup optó por matar a dos empleados.
Hardrup fue rápidamente arrestado y trasladado a una clínica psiquiátrica, en donde quedó en observación y pudo comprobarse que Hardrup era un anormal, mentalmente hablando, y muy sensible a las sugestiones de cualquier tipo, sin necesidad de recurrir a la hipnosis, por lo cual se dedujo que alguien tenía que haber dirigido a aquel pobre hombre.
La ley, por suerte, es muy hábil y pudo apresar a Nielsen, que ni que decir tiene que, después de su largo historial delictivo, la cosa estaba clara y fue condenado a la pena máxima establecida por la ley en aquel país, como auténtico responsable que era de todo lo ocurrido. Hardrup terminó en un manicomio por enajenación mental, lo que prueba que estaba loco y si algún día cura seguramente volverá a ser libre.
Este caso fue realmente interesante para la ciencia, puesto que no podía creer lo que había pasado. La ciencia estuvo presente en el juicio y dieron su opinión las grandes lumbreras del psiquismo humano, como el Dr. Schmitt, el Prof. Villarsunn, entre otros peritos psiquiatras de Copenhague; allí se aseguró que: NINGUNA PERSONA, BAJO ESTADO HIPNOTICO, PUEDE COMETER UN ACTO QUE NO FUESE CAPAZ DE COMETERLO EN ESTADO NORMAL.
Lo cierto del caso es que si bien se demostró que Hardrup era muy sugestionable y mentalmente anormal, nunca pudo comprobarse si realmente Nielsen hipnotizó alguna vez a Hardrup o no. Es cierto que le obedecía, pero quizá fue movido por un ideal, el partido político que había que reorganizar.
Nunca se sabrá si verdaderamente en este caso intervino o no la hipnosis, porque también intervino el fanatismo, la fijación de ideas, la enajenación mental, la predisposición de su pasada vida cuando era nazi en funciones, e incluso conociendo cómo era Nielsen, no falta quien asegura que también intervino la moderna magia negra.
Deseo, señores lectores, que mi exposición de los hechos hayan quedado suficientemente aclarados, ésta es la verdadera realidad y todo lo demás es la mixtificación de la verdad.
Hasta la próxima ocasión. Les deseo que la salud y la paz mental siempre les acompañe.


 

PROF. D’ARBO

 

 

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