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HEMEROTECA- Tomo II
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JUNIO 1974 – Año III – Núm. 19

 

NATURISMO

TODO EN EL UNIVERSO PARTE DE UNA IMPERFECCION!

 
 

LA CULTURA PROPIA

Prosiguiendo en el secreto de la felicidad y continuando con nuestros fieles amigos los libros, hoy diremos que éstos nos dan una coraza espiritual, llamada cultura, que nos ayuda a parar los golpes bajos que nos proporcionan nuestros semejantes de inferior calidad. Ya Walter Scout solía decir que: ‘‘La cultura constituye la parte más importante de la educación del hombre, sobre todo aquella que uno mismo se da’’, ya que bien sabido es que hay gran diferencia entre la cultura que recibimos como maná, dada en la escuela o en la Universidad y la que adquirimos por nuestro propio trabajo y estudio, por nuestro propio afán indomable a veces y siempre activo y perseverante. El saber adquirido por nuestro propio trabajo se convierte en una posesión o en una propiedad completamente nuestra, parecido a lo que sucede con las fortunas económicas, no es lo mismo adquirir la riqueza por la lotería o por la suerte de una quiniela, que adquirirla a través de toda una vida de laboriosidad y de sacrificios y penalidades. En la fortuna de la cultura sucede lo mismo. La cultura que nos dan o la inculcada puede proporcionar prestigio y cierto barniz de pulimento en todo caso, pero carece casi siempre de poder y de energía para el mando y para la dirección.
En la sana filosofía naturista se parte de la dualidad de la cultura física al ritmo de la cultura moral, la física es la adquirida no sólo por el cultivo del deporte, sino por el trabajo manual, al contacto del sol y del aire libre y no contaminado, y la moral es la que nos dicta nuestro intelecto, nuestro instinto y nuestra conciencia, exenta de todo vicio, mal formación o de toda corrupción.


 

LA EVOLUCION MORAL

Todo en el Universo parte de una Imperfección o menos perfección a una mayor perfección o perfección total, esto parece ser la ley de la evolución. Decía Spinosa: ‘‘Ninguna cosa mirada desde el punto de vista de su propia naturaleza, puede considerarse perfecta’’, y en efecto, los que no somos perfectos nos conduce, como impulsados por nuestro principio vital, a buscar el avance, la superación y la evolución. La evolución es la rueda del carro del sano progreso moral, la evolución nos conduce de la ignorancia a la sabiduría, de la esclavitud a la libertad, del caos a la organización, de la impotencia a la omnipotencia y del infortunio a la felicidad, una felicidad al principio relativa, pero que puede llegar a convertirse en un amor absoluto o ya fusionarse al Supremo Bien, meta de culminación de toda moral positiva.
El maridaje de la conciencia y de la vida van juntos en todo el proceso evolutivo y tanto monta una como monta la otra, es indistinto que tengamos preferencia por una o por la otra, son casi simbióticas, si empleamos la terminología ecológica. Tanto la conciencia como la vida son productos de la evolución y ambas dependen de la Voluntad Infinita, llamémosle Dios y Cósmica. La evolución destruye la anticuada hipótesis mecanicista o materialista de la vida. Zaratrusta y algunos filósofos griegos comparaban a ésta como alguna forma del fuego del cuerpo o de la energía, este principio vital del naturismo es el que ha evolucionado con el paso largo de los siglos, a la superación constante y permanente hacia el conocimiento de otras metas, cada vez más claras y definidas del Universo, destruyendo mitos, misterios y fantasmas propios de la noche de los tiempos pasados. Hoy el hombre culto ya no puede reírse ni asombrarse de nada, ni niega ni afirma nada de lo que está encima de nuestras cabezas o debajo de nuestros pies, somos bien poco ante la inmensidad del Todo, que vislumbraba ya Platón.


 

LA MORAL Y LA RELIGION

La cultura bien cimentada en la evolución naturista explica el porqué de toda religión o moral encasillada a un credo o concepto de tipo religioso. Desde los tiempos primitivos, el objetivo religioso es la adoración, adoración al Sol, origen de toda vida y padre de la fecundación, otros objetos de adoración fueron el toro por la fuerza, el falo, etc., posteriormente entran los misterios de Isis acercándose a la Naturaleza y a la alimentación vegetariana, para no destruir vidas, viene después el culto a Ceres, dios de los cereales, también otro culto a la conservación de la vida. La religión de Osiris es también religión de amor, de paz y de concordia, y ya se asemeja más a la de Jesús, que a la de Moisés, también en el antiquísimo Libro de los Muertos se encuentran frases como éstas: ‘‘He dado de comer al hambriento y de beber al sediento. No he cometido adulterio, no he mentido, no he hurtado, no he matado animales ni he atacado a ningún hombre’’, etc. En el Zend-Avesta se dice ya: ‘‘El que cultiva la tierra gana más méritos que el que dice 10.000 oraciones…’’, siendo la abstención de la carne y el amor a los animales su preciada divisa. Brahamanes y budistas, cuyas religiones son las más extendidas, procuran la conservación de la vida y son vegetarianos.
Tao-Tze y Mao consideran inmoral el sacrificio de animales y seres vivientes y así se llega a la Biblia, donde el culto a la salud se pone bien de manifiesto en la curación de las enfermedades y en la resurrección de los muertos, llegando a decir Isaías que: ‘‘El que mata un buey, es como si matara a un hombre.’’ Jesús llega y nos dice: ‘‘Las palabras que yo os diga son vida y la vida es la luz de los hombres…’’ Como puede verse a grandes rasgos, todas las religiones son un culto a la vida y a la esperanza, la esperanza está en la evolución moral de la conducta humana y la vida está en la religión de la Naturaleza, en el cumplimiento de sus leyes naturales y en no proceder contra natural, como estamos tan propensos hacerlo, guiados casi siempre por un falso progreso que, más o menos encubierto, nos conduce al mal sendero, alguien diría al infierno, el naturismo dice a las tinieblas.


 

LA FILOSOFIA DE LA VIDA

Si dejamos de lado las especulaciones teoréticas de la metafísica, tan llena de sutilezas y de contradicciones, y nos plantamos en el vergel de la filosofía, veremos que su objetivo es el de crear una moral de bases positivas, delimitando las fronteras movedizas del Bien y del Mal. Se discutirá si los fundamentos de ella son el intelecto, los instintos o la compasión hacia los que sufren, pero se llegará a partir de Kant, al ‘‘Imperativo Categórico’’ que equivale casi a la obediencia de la orden de Dios, para los naturistas, la Naturaleza, que es lo mismo.
Spinosa, en su obra cumbre, ‘‘La Etica’’, fundó la moral en el utilitarismo, noble, social y racional, y de ahí germinaron los conceptos del positivismo social de Bentham y de Stuard Mill, para desembocar al humanismo de principios del actual siglo. Ideas y doctrinas que han costado en su desarrollo práctico ríos de tinta y lo que es peor, ríos de sangre, hasta llegar al renacimiento del Naturismo filosófico y artístico, que enseña que lo único que realmente cuenta es el principio de la conservación de la vida y la ascensión por la senda evolutiva hacia la perfección más posible, con la posibilidad de otras etapas todavía más sublimadotas, hacia el Supremo Bien Común, meta de toda la Humanidad, aquella Humanidad que vislumbraba Claude Bernat cuando decía que: ‘‘Vendrá el día que el poeta, el filósofo y el hombre de ciencia hablarán el mismo idioma’’, o aquella otra sentencia de otro autor, pero no menos luminosa, de que: ‘‘Llegará día que el mismo tigre se hará vegetariano por su propia utilidad y evolución y para respetar más vidas.’’


 

LA CIENCIA MODERNA

Los descubrimientos de la ciencia moderna engarzan el eslabón que parecía faltar para la unidad de la teoría y realidad de la evolución, al afirmar rotundamente que la vida en general se ha conservado y venido desarrollando por medio de la evolución biológica. Tan pronto hubo en nuestro planeta condiciones apropiadas para la materia viva, apareció el vegetal primero y después el animal, y éste fue evolucionando en nuevas y más complicadas estructuras, hasta que con el paso de las decenas de millones de años apareció el hombre.
El hombre es el resultado de la evolución biológica, al principio lógicamente, se parecería a lo que hoy conocemos de los monos o parecidos a los antropoides de la especie o peor todavía, pero ésta es la cadena que nos ciñe a la citada evolución, basada en la fuerza de la conservación y perfección de la vida. La variación de las especies dentro de la evolución biológica se debe a factores muy diversos, que se estudian en la ecología, entre los que hay que tener en cuenta las condiciones geológicas, meteorológicas, de selección, de adaptación, etc., y de aquí hace que una especie triunfe sobre las otras, se desgaje y se le desarrollen nuevos órganos a sus nuevas e incipientes funciones, se transmiten luego ya por herencia, etc., hasta cumplirse un nuevo ciclo vital.
En cuanto a la moral, dice Haeckel función fisiológica de la adaptación, se funda siempre inicialmente en la teoría un tanto mecanicista si se quiere, pero que viene a sumarse al sentido evolucionista de la morfología que los organismos, el citado autor comenta: ‘‘Todos los unicelulares que abandonan su vida de aislamiento para constituirse en cenobios, o sea uniones celulares, están de hecho obligados a constreñir su egoísmo y hacer concesiones al altruismo a causa de sus comunes intereses sociales.’’ Esto nos demostraría que los valores espirituales aparecieron por primera vez y continuaron desarrollándose paulatinamente a través de la escala biológica por el mismo y común sendero de la evolución. He aquí otros tantos fundamentos a grandes rasgos, que suman al secreto de la felicidad, fuente de salud y de paz espiritual.


 

EL NIDO PROPIO

Y llegamos al final del tercer verso de nuestra octava de la felicidad. ‘‘Tener un nido.’’ Si la familia es la célula primaria de la sociedad humana y es necesaria la convivencia entre todos los seres de la Creación, salvando sus naturales limitaciones, es fácil colegir que convivir con ellos pacífica y armoniosamente, es un buen puntal para la dicha y un gran aliento para fomentar su creación, desarrollo y conservación feliz.
El maravilloso instinto de perpetuar la especie que nos puso la Naturaleza a todo ser vivo, se complementa con el amor y el sacrificio entre nuestros ascendentes y descendentes. La pareja humana es capaz de sentir los más elevados sentimientosy los más refinados afectos, si hubo desde el principio una acertada elección mutua, elección racional e instintiva, no debe de caerse en esta etapa de la vida tan trascendental, en ningún espejismo de egoísmo, bienestar, seducción física o cualquier otro atractivo baladí, pues los contrayentes del acto matrimonial se arrepentirán toda la vida. Antiguamente los padres casaban a sus hijos casi al nacer, después se fue dulcificando la pésima costumbre, pero siempre ha habido uniones matrimoniales sin la plena libertad de los contrayentes, uniones por razones de estado, por razones de fortuna, de edad y conveniencias, etc. Las uniones sin la llamada ‘‘afectio maritalis’’ son un desastre para los hijos y un infierno para los cónyuges. En ciertas latitudes la mujer se compra como si fuera un animal casi, afortunadamente está desapareciendo esta bárbara costumbre, consideramos que las arras de la tradición católica actuales podrían ser una reminiscencia de aquella primitiva época, más que un presente de ante nupcias.
De la buena o mala unión de la pareja humana se derivan una serie de bienes y de males que es necesario enumerar, por lo que están a la vista de todo el mundo. Las relaciones prematrimoniales adolecen todavía de una serie de trabas e hipocresías que inducen al engaño y al fraude de la perfecta unión.

(Continuaremos en el próximo número.)

D. BELLSOLA

 

 

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