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HEMEROTECA- Tomo I
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NOVIEMBRE 1973 – Año II – Núm. 12

 

NATURISMO

EL SECRETO DE LA SALUD

 
La gente confunde vegetarismo por vegetalismo o fitofagismo

 


Glosando nuestra octava del secreto de la salud por el naturismo, nos toca hoy el tercer verso, o sea, la “Tranquilidad sin un susto”. Todos los grandes terapeutas están de acuerdo en que las violentas emociones que puede pasar o sufrir una persona, repercuten en su salud de una forma o de otra. Los que por desgracia hemos vivido la tragedia de dos guerras en carne viva, sabemos bastante de esta triste experiencia. Los choques emocionales violentos y crueles, desequilibran a una persona hasta tal punto, que hemos visto a muchísimos individuos ser pasto de la locura. Lamartine nos cuenta en su historia de la Revolución francesa que María Antonieta se le volvió blanco todo el pelo en una sola noche de terror. Detalle por cierto, que hemos comprobado entre cautivos y condenados a la pena capital.
La “tranquilidad sin un susto” corresponde a la satisfacción personal, a la serenidad beatífica casi, de las escuelas psiquiátricas. Las emociones fuertes, la angustia y los sufrimientos morales de toda índole, perjudican tanto a la salud, que a veces repercuten en una tarea ya transmisible a varias generaciones. Los signos negativos y ciertos vicios o hábitos destructores de la actual juventud, como es lógico, no tienen culpa ni ellos ni ellas, la culpa o causa, arranca de estas herencias sufridas por padres y abuelos que fueron víctimas de traumas violentos y de angustias de terror, ciertos desvaríos de nuestra juventud de hoy quizá también de mañana, arrastrarán el peso de un engendro realizado en momentos de alta tensión debido a la intranquilidad, la psicosis creada por la inestabilidad social,por el mal ambiente, por la trilita y por la sangre fratricida de las guerras más absurdas...
Estos estadios emocionales violentos, rompen la armonía de la salud y de nuestra vida por incumplimiento de las leyes naturales, nuestro organismo sufre un desequilibrio cósmico, y un cúmulo de sustancias morbosas que culminan en la enfermedad o crisis defensiva, destinada a restablecer la armonía en el organismo o perecer éste, si su energía vital está en franca disminución o agotada totalmente. Las causas o los morbos como diría Hipócrates que atacan la armonía natural de la salud son múltiples y las señaladas no son las menos venenosas por desgracia en la familia humana, si a esto, añadimos los grandes fallos ocasionados por los tóxicos, los excitantes artificiales, la vida sedentaria, la comida inadecuada, la falta de aire puro, de sol, etc. el deterioro orgánico es seguro y muchas veces irreversible.


 


FE Y AMOR GRAN PUTNAL DE LA SALUD


Decimos en nuestro cuarto verso “fe y amor al corazón”. Ya un viejo refrán dice que: “La fe mueve montañas” y esto no admite discusión por ser de todos conocido. La fe y el amor en el corazón, la buena voluntad y la esperanza son los antídotos, de las calamidades y causas desencadenantes de gran número de enfermedades, los médicos modernos y los naturistas le dan un gran valor. Si la gente en general tuviera conciencia de lo que es nuestra fugaz existencia y su meteórico paso por el mundo, seríamos diferentes y no tan apegados a la materia y a los “falsos bienes” que no son ni nuestros, ya que en todo caso, somos unos simples y provisionales administradores. Todos los grandes cerebros privilegiados están de acuerdo, de que la vida del hombre lo forman materia (cuerpo), alma (principio vital o energía) y una esencia en sí (espíritu). Si se llega a comprender esta trilogía de la persona humana, se llega a entender perfectamente el secreto de la salud y de la felicidad, del que trataremos otro día. La fe y el amor base de tantas religiones, nos hace buenos, más sensatos y nos protege a un sin fin de errores y calamidades.
No puede un materialista puro sentir fe y amor en el corazón, porque le falta entrar en el “estado” de gracia que es la comprensión de lo que llamamos espiritualidad de estos principios vitales. La materia perece o se transforma, pero no evoluciona por sí sola, en cambio, el espíritu o energía cósmica, no perece ni se destruye y sí evoluciona, sólo el que comprende esta realidad, misteriosa para algunos, sea culto o analfabeto, le es fácil tener fe y amor en el corazón, que es tanto como tener optimismo, alegría y buena salud. Todos hemos visto enfermos incurables, desahuciados por la ciencia médica y de pronóstico falta a corto plazo, pero que poseídos de una fe y voluntad incontenible de vivir, se han puesto buenos “milagrosamente” en un momento dado. El milagro consiste en saberse situar dentro de la armonía cósmica a la Naturaleza toda, como si fuera una autosugestión real y permanente. Para llegar a esta toma de contacto, hay quién sabe hacerlo desde la cuna y otros, cargados de teorías, de técnicas y de ciencia no llegan nunca, creemos sin embargo, que el camino es bien fácil si se observa con profundidad y se estudia la vida en sí con toda su inmensidad.


 


LA PALANCA DEL VEGETARISMO


La palabra vegetarismo viene del latín “vegetus” que significa vigoroso, robusto, animado, contento, activo. “Vegetamen” significa principio de vida y fuerza vital. La gente suele confundir o ignorar, lo que es el vegetarismo por lo que es el vegetalismo o fitofagismo, que es el más concreto nombre que debería darse a los que sólo comen vegetales, pero decimos vegetarismo y no vegetalismo, porque el concepto implica más que una dieta vegetal, un sistema filosófico que se funda en la ley de la conservación de la vida. El vegetalismo es una condición del vegetarismo ya que la alimentación vegetal, es la más natural, la más moral y racional, la más conveniente para la naturaleza humana y la que mejor favorece la conservación de la vida, de ahí el uso de las palabras vegetarismo y vegetariano.
La dietética vegetariana constituye otra gran palanca o puente para la salud y es la ciencia y el arte de saber combinar y armonizar los alimentos para nuestra natural y eficiente nutrición e incluso, para que ésta sea el remedio a nuestros males y enfermedades, que en este aspecto constituye ya ciencia de la alimentación tropológica que arranca desde los tiempos del fundador o padre de la Medicina cuando decía: “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”.
El vegetarismo es la condición fundamental del naturismo, no se concibe un buen naturista sin ser vegetariano, ya que implica un gran respeto consciente a la vida animal y no se puede ser naturista y atacar o atropellar a los animales aunque nos parezcan ser dañinos o sólo para cumplir una finalidad deportiva, como es la caza, la pesca, la tauromaquia, etc. y menos matarlos, para comérselos. La ingestión cadavérica está reñida con el vegetarismo y con el naturismo integral.


 


EL QUE MATA A UN BUEY ES COMO
SI DEGOLLASE A UN HOMBRE


La cita no es nuestra por supuesto, la dijo el fundador del budismo, Buda, siglo vi antes de cristo. De citas y conceptos científicos condenando el carnivorismo, tanto antiguas como modernas, se podrían llenar libros enteros. Ya Buda dividía el grado de evolución en tres categorías: 1ª Los menos adelantados, los que comían carne, 2ª Los que comían vegetales y algunos productos derivados del reino animal, tales como la leche, los huevos y la miel y finalmente los más puros, que eran sólo los que se alimentaban de frutos frescos y secos.
Si el naturismo es la ciencia y el arte de perfeccionar la salud y de elevar el espíritu, a través de la superación evolutiva y constante del hombre en todos los aspectos, es lógico que éste que es el más evolucionado de la Creación, no sea comedor de cadáveres ni carnívoro, por cuanto de una parte, lo exige su filosofía de conservación de la vida o del espíritu vital y por otra parte, haberse demostrado plenamente, que las proteínas animales no son necesarias y sí por el contrario, las más cargadas de toxinas y elementos nocivos en comparación con las proteínas vegetales. “El hombre ha venido quebrantando las leyes de la Naturaleza, por la costumbre de comer carne sin ser carnívoro” ha dicho el Dr. Carlos Brandt. El gusto, aspecto y olor de las frutas son siempre agradables, en cambio son repelentes y de mala vista y olor, los trozos sanguinolentos de carne y los despojos orgánicos de cualquier animal. El niño mismo en el destete, aún siendo hijo de padres carnívoros, si no se le indujera a ello, no comería carnes, pero sí frutos y ésta es una de tantas pruebas a favor del fructivorismo y no del carnivorismo.


 

LA ALIMENTACION ANIMAL NO ES LA
ALIMENTACION IDONEA


Ya lo dijo el catedrático Dr. Bouchard de la Soborna y añadió que ella suele constituir un constante envenenamiento, otro gran autor contemporáneo acostumbra decir que: “Si a la humanidad entera nos hubieran obligado a comer sólo carnes, ya hubiéramos perecido todos”. La Naturaleza no nos dio garras y colmillos para rasgar carne, sino manos para arrancar frutos. Nuestras propias muelas no están apropiadas para triturar fibras de carne, sino para moler frutas y nueces, por ejemplo. El intestino de los animales carnívoros, tiene una longitud aproximada a tres largos al de su cuerpo, mientras que el de los animales fructívoros como el hombre, es de dos veces, etc. incluso el mismo análisis químico de la sangre, se asemeja más a la de los animales vegetalitos o fructívoros y no a la de los carnívoros, igual puede decirse de los análisis bioquímicos de la saliva, de los jugos gástricos y hepáticos, etc. El sudor es otra típica diferenciación ya que los animales carnívoros no sudan y sí los que no lo son, siendo por lo tanto, anatómica y fisiológicamente, el hombre más cercano a los antropomorfos que a las otras especies carnívoras, sin que por ello quiera decirse, ni mucho menos, que el hombre sea un descendiente del mono, como algunos creen, teoría hoy por hoy, descartada, debido a los grandes avances en los estudios ecológicos y en las ciencias biológicas.


 


LA CARNE ANTESALA DEL CANCER


Las tres plagas de nuestro siglo son el cáncer, el corazón y la carretera, las tres ces como se les llaman son el resultado del frenesí y desequilibrio mental y fisiológico, del tiempo actual. Vamos a esbozar hoy, someramente la problemática del cáncer.
El gran especialista Dr. H Reinheiner afirma, que los carnívoros están muchísimo más propensos que los vegetarianos, en ser atacados por el cáncer y señales copiosas estadísticas. Otro especialista inglés el Dr. Robert Hill declara, no haber visto jamás a una persona atacada de cáncer con una dietética natural y el célebre catedrático de Oxford Dr. Mac Carrisson que convivió durante años con los Hunzas del Pakistán examinando las causas de la inmunidad total de aquel pueblo a todas las enfermedades y en especial al cáncer, descubrió que ello era debido a su régimen vegetariano bien equilibrado por la experiencia, a pesar de su aparente atraso cultural. El profesor Dr. Lane, explica que el cáncer es el resultado de una intoxicación reiterada, debido a los alimentos cárnicos e inapropiados, que van ocasionando continuas y acumulativas intoxicaciones con venenos de difícil eliminación en nuestro organismo.
El mismo Dr. Alexis Carrel premio Nobel de Medicina, corroboró reiteradamente la tesis de la autointoxicación gradual y acumulativa, debido a la alimentación antinatural, especialmente la cárnica. Así también lo afirmaba el gran barcelonés propulsor del naturismo Dr. Letamendi, y así también lo sostienen nuestros maestros, el nutrólogo venezolano Dr. Gottelf Scola y el insigne catedrático Dr. E.Alfonso, entre tantos miles de médicos naturistas y alópatas de todo el mundo actualmente, al revisar los problemas de la desviada y errónea alimentación actual, basada en alimentos fermentativos, acidificantes en lugar de alcalinizantes, alimentos concentrados y desvitalizados por el refinado de la industria, los azúcares blancos, la sal de cocina y tantos otros centenares de productos que los intereses creados por la gran industria, se encarga de promocionar sin tener en cuenta la salud colectiva, generalmente con el beneplácito general de todo el mundo.


Para ampliar conocimientos pueden leer nuestra obra “Antología del Naturismo” 1973.


(Continuará en el próximo número)

D. BELLSOLA


 



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