Hola, Invitado (Particular)
TU CARRITO   TOTAL: 0,00 €
Carrito
Sección actual: INICIO

REVISTA DIGITAL PRODUCTOS KARMA

HEMEROTECA- Tomo I
VOLVER A HEMEROTECA

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

JUNIO 1973 – Año II – Núm. 8

 

MUNDO-BIS

EL APASIONANTE TIBET DE LOBSANG RAMPA

 

Los relatos narrados en primera persona suelen llegar, por lo general, de un modo muy directo hacia quien los lee, posiblemente por ser un hecho que nos explica a través del papel un invisible interlocutor al que, a cada capítulo transcurrido, comprendemos y asimilamos más y mejor. Otra de las causas determinantes del impacto de este tipo de narraciones viene a ser la predisposición a otorgar una mayor veracidad a los acontecimientos que el libro nos plantea. En ocasiones, una excelente novela, apoyada por una no menos excelente campaña publicitaria, puede convertirse en sensacional “best-seller” afirmando que todo lo que cuenta la obra han sido, ni más ni menos, que azarosas vicisitudes acaecidas por el propio autor. Luego, aunque se demuestre lo contrario, que todo fue un simple, y afortunado, ardid publicitario, como en el célebre caso de Henri Charriere con su “Papillon”, el negocio se ha llevado a cabo y poco importa que, sigamos con el mismo ejemplo, “Banco” queda muy, pero que muy lejos de las ventas obtenidas por “Papillon”.

Otro caso altamente significativo, por lo menos en sus inicios, en esta, llamémosle “picaresca” del mundo de la edición, parecía surgir con un desconocido llamado T. Lobsang Rampa, quien con un libro, “The Third Eye”, aparecido en Inglaterra en 1956, iba a dar paso a uno de los éxitos editoriales más rentables y trascendentales de nuestro siglo. “El tercer ojo”, aparecido en España de la mano de Ediciones Destino en 1958, ha conocido un gran número de reediciones.


Con el viaje astral y siempre en compañía de Dondup, Rampa consigue atravesar el firmamento hasta entablar contacto mental, único contacto posible en el plano astral, con seres de origen extraterrestre.


 


Tras la lectura de aquella singular autobiografía de un lama tibetano el lector toma conciencia con un mundo ignorado, distinto, casi inimaginable pero que, y esto es lo realmente impresionante, puede ser verdad. Pero la noticia sensacional sobrevino cuando el hijo de un fontanero inglés se presentó como el autor de “la autobiografía del lama”. ¿Un precursor de Papillón? A decir verdad me parece que poco importa, la trascendencia de lo que se nos cuenta en la obra de Rampa, nos impide interesarnos de un modo verdadero por él: haciendo un fácil juego de palabras podemos afirmar que el protagonista carece de importancia frente a lo que nos dice y nos plantea…
El Tíbet ha gozado, en forma secular, de ser una de las zonas más enigmáticas y misteriosas de la Tierra. Ya su propia configuración física y sus difíciles condiciones climatológicas sirven de potencial revulsivo hacia los extranjeros que intentan penetrar en este “mundo dentro de nuestro mundo”.

Rampa, por medio de su obra, nos descorre la cortina y nos presenta una sucesión de teorías (a simple vista fantásticas; introduciéndonos en ellas nos lo parecen menos) que a buen seguro el lector medio nunca se hubiera imaginado. El “plan” de Rampa parece minuciosamente preconcebido: tras las primeras obras, en particular la primera, “El tercer ojo” cuya acción es enervante, nos lleva de la mano, casi sin que nos demos cuenta, a libros puramente filosóficos, unos libros hacia los que a buen seguro muchos lectores no hubieran demostrado el menor interés sin antes haber pasado por este “aprendizaje” con que me atrevería a calificar “El tercer ojo”, “El médico de Lhasa” y “La historia de Rampa”, “La caverna de los antepasados” es la llave que nos abrirá una comprensión asequible a obras más importantes y profundas como puedan ser “Usted y la eternidad” y “El camino de la vida”. Rampa, con su labor de apostolado, un apostolado moderno y a gran escala, nos admira y desconcierta.

“Martes” Lobsang Rampa (los tibetanos siempre anteponen a su nombre el del día en que nacieron), hijo de un alto político tibetano fue consagrado cuando contaba sólo con siete años a la práctica de la medicina y por ello tuvo que ingresar como simple aspirante, o “chela”, en la lamasería de Chakpori. Allí recibe un trato particularmente duro, hasta que puesto bajo la tutela de un gran lama, Mingyar Dondup, éste le revela que su vida está consagrada a una “gran misión”. A tal efecto es necesario que le practiquen una insólita operación cerebral que les permitirá ver, gracias “al tercer ojo”, infinidad de cosas veladas al resto de los mortales. Siempre al amparo de Mingyar Dondup, irá descubriendo y experimentando por sí mismo un sinfín de nuevas ideas y procesos.

Un esbozo de línea que siguen los relatos de Rampa está expuesto en estas breves líneas, pero las conclusiones (relativas conclusiones, por supuesto) a que pueden llevar la lectura de sus obras son tan extraordinarias que creo merecerían un exhaustivo estudio la investigación de lo que puede en verdad asimilar “el hombre occidental (“estos seres sólo preocupados por el dinero” como nos define no carente de razón)”.

He comentado con gente muy versada en estudios de ocultismo y todos coinciden en que Rampa, prescindiendo de la autenticidad de su “yo” subjetivo, está en lo cierto por lo menos en un ochenta por ciento de lo que afirma. Entonces me pregunto: aunque él fuera un simple occidental (sí, uno de estos preocupados sólo por el dinero, que, en su caso concreto debe dejarle las continuas ediciones de sus libros) si las teorías que nos expone son ciertas, ¿qué nos importa que él diga haber visto la verdad, aunque sea falsa esta afirmación? Lo realmente importante es que “esta verdad” exista.

Una de las bases de la sabiduría tibetana viene condensada en una serie de poderes que, a mentalidad occidental, pueden parecernos simplemente magníficos argumentos de ciencia ficción. Si a un hombre le otorgamos la gracia de la clarividencia, la psicometría, la hipnosis, el poder de desplazar su espíritu hacia el plano astral para, una vez allí, recorrer libremente todas las partes del mundo e incluso de otros mundos y, además, el don de la invisibilidad y el de conocer el aura que a todos los mortales nos envuelve y determinar por su color o reacción si el sujeto que tiene delante es bueno o malo, miente o dice la verdad, e incluso, si está enfermo, por su aura determinar con inequívoca exactitud el mal que padece. A todo ello la primera reacción que nuestra mente nos propone sólo es una: IMPOSIBLE. Pero… ¿qué conoce el hombre del hombre? Cuando de irracional alcanzó el poder de razonar ¿se puso su maquinaria intelectual al máximo? ¿O fue sólo un primer paso preparatorio para poder alcanzar una nueva etapa de evolución casi tan incomprensible a nuestros ojos actuales como pueda ser a los de un simio las razones de conducta de un humano? Si Rampa, los lamas o quienes sean, han descubierto, o les ha sido revelado, el método de perfeccionar la máquina cerebral y aumentar considerablemente unos poderes que, ignorándolos por completo dejábamos aletargados… entonces no tiene nada de fantástico. ¿Por qué Cristóbal Colón llegó a América con tres frágiles carabelas?, seguramente porque no estaba el intelecto del hombre preparado para el descubrimiento de los vuelos a reacción. ¿Y por qué en la actualidad para conversar con un amigo a distancia hemos de valernos del teléfono? Posiblemente porque este mismo intelecto no está aún preparado para la comunicación telepática. Quizá la razón, aplastante por su simpleza, sólo sea ésta.

Otra de las teorías de Rampa, teoría ya muy aceptada actualmente, consiste en el planteamiento de que nuestra civilización fue, en un lejano pasado, ampliamente superada por otra, la cual, a raíz de una gran desgracia (¿un cataclismo, una guerra?) se extinguió por completo. Pero estos antepasados nuestros quisieron dejar testimonio del grado de su cultura y tecnología y para ello dispusieron tres depósitos enterrados en unas difícilmente localizables cuevas, que fueran un muestrario aleccionador y preventivo de sus virtudes y sus despropósitos. Uno se halla en Egipto, otro en Sudamérica y el tercero, del cual Rampa nos ofrece una inolvidable descripción en “La caverna de los antepasados”, en el Tíbet. Por mi parte estoy completamente convencido de la veracidad de esta tesis. Existen demasiados misterios dentro de las civilizaciones desaparecidas, faltan una gran cantidad de eslabones en la historia de la humanidad para no pensar en que esta historia fue “rota” y “reanudada” de nuevo partiendo de cero. Y creo haber dicho en otras ocasiones desde estas mismas páginas que un insospechado nexo de unión debe existir entre pasado y futuro.

Rampa, gracias a las instrucciones de su preceptor, el sabio Mingyar Dondup, realiza frecuentemente el viaje astral, este insólito viaje del espíritu que tiene lugar cuando se separa del cuerpo (este cuerpo siempre despreciable y al que no le conceden los lamas más valor que el que nosotros otorgamos a un simple traje) y queda unido a él sólo por el “cordón de plata”, una especie de inimaginable cordón umbilical que le servirá, una vez haya visitado lo deseado, de nexo de unión que debe devolverle al ficticio “mundo de la ilusión” que los occidentales conocemos con el nombre de vida. Otra cuestión por demás interesante es la aceptación por su parte de los famosos “hombres negros”, Rampa no duda un instante en pronunciarse afirmativamente con respecto a su existencia. Hablando metafóricamente los compara a unos “jardineros” que tienen a su cuidado el vergel de la humanidad y es su misión controlar y cuidar las acciones de los humanos.

Variando de tema pasemos, siempre por boca de Rampa, al campo de la premonición. La rueda de la vida nos indica que estamos ahora en la “Epoca Kali”, una época nefasta y cuyo materialismo puede provocar fatales consecuencias para el género humano. También profetiza un auge del comunismo lo que el tiempo de afirmar lamenta en gran manera. Son varios los comentarios que han hecho hincapié en la patente animosidad anticomunista de Rampa, pero ello puede achacarse a la desafortunada actuación de la política comunista en el Tíbet, y además, por hallarse esta doctrina en el plano completamente opuesto al espiritual en que se basa Rampa (al igual que el capitalismo, si bien éste se ha interferido escasamente en las cuestiones tibetanas).

Otra curiosa profecía es la que asegura que el enorme desierto de Australia se convertirá en un gran lago, lo que otorgará insospechadas riquezas a los australianos que verán a su nación colocada en lugar prominente entre los países rectores del concierto político de la tierra. Y otra profecía que, de confirmarse sería francamente espeluznante, se refiere a la enorme falla existente en la costa de California y que debido a las explosiones atómicas y movimientos sísmicos puede originar, en un plazo de tiempo relativamente corto, que ceda toda esta enorme extensión de tierra y se hunda en las aguas, lo que ocasionaría una de las tragedias catalogadas más impresionantes de todos los tiempos.


Lobsang Rampa, como hipotético personaje verídico, queda por completo absorbido por las circunstancias que lo determinan y lo motivan. El Tíbet, un país teocráticamente organizado y cuyo mayor deseo parece radicar en este alejamiento del resto de las naciones, es el verdadero protagonista de los escritos de Rampa, el Tíbet, este auténtico “mundo bis” a nuestra mentalidad occidental, un mundo inédito al que no es posible su acceso gracias a la técnica sino con el vehículo del espíritu, un vehículo que puede resultar más eficaz que todos los artefactos lanzados hasta la fecha al espacio.

FRANCISCO MONTANER

 

Volver a Hemeroteca

 

Esta página web usa cookies

Este sitio web utiliza cookies y/o tecnologías similares que almacenan y recuperan información cuando navegas. En general, estas tecnologías pueden servir para finalidades muy diversas, como, por ejemplo, reconocerte como usuario, obtener información sobre tus hábitos de navegación, o personalizar la forma en que se muestra el contenido. Los usos concretos que hacemos de estas tecnologías se describen aquí: política de cookies

Funcionales
Siempre activo
Analíticas
Son aquellas que, tratadas por nosotros o por terceros, nos permiten cuantificar el número de usuarios y realizar la medición y análisis estadístico del uso de este sitio web. Para ello se analiza su navegación en nuestra página web con el fin de mejorar la oferta de productos o servicios que le ofrecemos.
Marketing
Son aquellas que, tratadas por nosotros o por terceros, nos permiten analizar sus hábitos de navegación en Internet para que podamos mostrarle publicidad relacionada con su perfil de navegación.