Salir de la zona de confort (¡qué expresión más sobada!), es decir, plantearse que las cosas pueden pensarse y hacerse de una manera distinta a la que nos dictan los viejos patrones, es una buena manera de avanzar. Darse la oportunidad de probar cosas distintas demasiadas veces incluye la receta del éxito. El triunfo como resultado de levantarse de los fracasos es también una realidad que Johnson y Donegan supieron subrayar.
Leo con sorpresa que parte de su éxito residía en no minimizar la calidad frente a la cantidad. Lo breve si bueno dos veces bueno es lo que pareció pensar el dúo de escritores cuando pidieron a su editor un coste duplicado de sus textos. El peso del papel invitaba a cobrar unos 8 dólares por volumen; ellos, sabedores de la potencia de su mensaje, impusieron un mínimo de 15 dólares por ejemplar. Han vendido casi 30.000.000 de ejemplares. Sí… ¡casi treinta millones!
Al galeno norteamericano le preocupaba poco hacer dinero (en EUA un buen médico puede hacerse millonario); lo que le inquietaba era saber cómo la mente y el estilo de vida de los pacientes influyen mucho más que la ciencia. Comprendió que somos en parte libres porque nuestras decisiones cotidianas marcan nuestra salud pero somos esclavos porque una mente poco flexible, poco ambiciosa, podría dar al traste con el mejor de los tratamientos.
Necesitamos personas como Spencer: empáticas, seguras y lúcidas. Y necesitamos editoriales como Urano, que nos regala el legado del galeno que en 1998 nos hizo descubrir que los ratones y el queso hablan de mucho más que de ratones y queso.