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LOS VALORES EN LA EDUCACIÓN

Texto y Fotos: Emma In

Conferencia por Samdhong Rinpoche

 

Recientemente, de la mano de la comunidad de monjes budistas que viven en el Garraf (Sakya Tahshi Ling), personas de toda condición tuvimos la oportunidad de escuchar las palabras del Venerable Profesor Samdhong Rinpoche, quien fue el Jefe de Ministros del Gobierno Tibetano en el exilio (Kalön Tripa) durante diez años e íntimo colaborador del Dalai Lama. Como todos sabéis, la República Popular China ocupa el Tíbet y mantiene una política implacable contra las formas de religión y políticas disidentes.

 

Hace poco tiempo, uno de los protagonistas de la sección ‘‘Karma estuvo allí’’, el Lama Thubten Wangchen, contribuyó, con su denuncia, a que la Audiencia Nacional española dictase órdenes internacionales de detención contra Jiang, presidente de China entre 1993 y el 2003, y otros cuatro exdirigentes de ese país dentro de la causa en la que investiga la represión del régimen comunista chino sobre los habitantes de Tíbet. De estas cuestiones no se trató en el encuentro del Venerable. Habló de manera más global; el profesor dijo no ser consciente de que haya cambios en la sociedad ni en las grandes instituciones pero sí en la conciencia individual y en cierta conciencia política. Aunque la mayoría, hoy en día hipertecnológica, hiperveloz e hipermaterialista, está impregnada de una negatividad que no se hace eco de los cambios individuales de conciencia, éstos se producen y son muy positivos y necesarios.

 

‘‘La educación debe servir para crear seres humanos completos’’

 

Esa lluviosa y desapacible tarde del mes de noviembre la revolución se vivió en la Universidad. Fue una revolución pacífica pero radical en su planteamiento pues sugiere un giro de 180 grados respecto al devenir de la educación. Samdhong Rinpoche, con su túnica azafrán y su rictus hierático, nos habló en un inglés calmado y claro de alguna de las muchas cosas de las que puede hablar este hombre sabio. El Aula Magna abrió sus puertas de par en par para él y su séquito, portadores de un mensaje que promueve un cambio radical. El decano de la Facultad de Filosofía, el profesor Norbert Bilbeny, hizo referencia a la admiración que el Rector de la Universidad de Barcelona, el ilustre Dídac Ramírez, siente por los valores budistas, como uno más de los honores que los responsables universitarios desplegaron hacia el invitado. Bajo el título ‘‘Valores en la educación universitaria’’, la charla del Profesor Samdhong Rinpoche, cuyo nombre originario es Lobsang Tenzin, arremetió, con la serenidad que es propia de los budistas practicantes, contra las formas no directas, no humanas y no respetuosas de formación. Con la reivindicación de ciertas virtudes, de ciertas prácticas y de un estilo pedagógico en que profesor y alumno están muy cercanos, se dinamitaron las estrategias masificadoras y virtuales de enseñanza. Cuando la tecnología está tomando las aulas y las pantallas sustituyen el contacto directo con el maestro, vienen desde Oriente a recordarnos que más allá de los contenidos mentales hay un legado ético y personal que es insoslayable.

 


El actual rector de la Universidad Sanchi de estudios de Budismo Índico en Madhya Pradesh, insistió en la ética como la columna vertebradora de la formación del ser humano más allá de los conocimientos que uno pueda querer alcanzar a nivel de datos o técnicas. Los estudios deben dejar de tener un objetivo materialista u ordenarse pura y exclusivamente para la consecución de un empleo; deben ser mucho más ambiciosos pues la persona es más que lo económico: es sobre todo un ser potencialmente capaz de desarrollar valores como la bondad y la compasión. Según Rinpoche: ‘‘El objetivo de la educación debe ser que el individuo sea un ser humano naturalmente ético’’. La moralidad elimina los obstáculos que a veces encontramos para crear pensamientos positivos.

 


Existen unos contenidos formales que todos identificamos con la Universidad, una serie de datos e informaciones que se incorporan a nuestra mente mediante las clases y el estudio. Pero debemos ir más allá, debemos aspirar a una formación integral que no discrimine aquello que nos hace humanos, que supera en mucho lo tangible o lo material. Los valores a cultivar, insistió, la bondad y la compasión, se benefician de la práctica de la meditación. La meditación ayuda a centrar la intención además de la atención; es el sustento de la mente y de la conciencia. La conciencia es la única cosa que puede crecer y evolucionar de manera ilimitada. Mientras el cuerpo es limitado, y con la vejez y la muerte puede llegar a desintegrarse, la mente, y sobre todo la conciencia, puede ir más allá, puede superar todos los estadios. La Universidad, como cualquier otro lugar en que se quiera mejorar la conciencia, debe potenciar la meditación porque permite desarrollar aquello que no tiene límites, aquello que supera todo lo material. También tiene unas implicaciones para el cuerpo y para la metodología de aprendizaje de conocimientos, aunque no sea su objetivo principal. La meditación es algo más que una herramienta: es una forma de vida. Ser vegetariano es algo que también ayuda, sin ser imprescindible; comporta un respeto por la vida y también un desarrollo de la compasión. Hay que ser paciente, hay que ser valiente, hay que perseverar, hay que practicar y mostrarse obediente frente a los preceptos que se proponen durante el aprendizaje: éstas son las pautas que apunta el maestro de maestros.

 

 

‘‘Los estudiantes pueden ser transformados en seres humanos buenos’’

Afirma, el Venerable, que los estudiantes deben ser estimulados en todo su potencial y para ello requieren de la cercanía del maestro. Debe haber un cambio en los roles profesor-alumno, y el respeto del uno por el otro ha de ser infinito. Los profesores, idealmente, son instrumentos de transformación, y deben ser también instrumentos de iluminación. Deben tratar de conseguir que el alumno vea el despuntar de la propia sabiduría interior. Pocas cosas son tan importantes como la relación entre el maestro y el alumno. Para que esto ocurra ‘‘el maestro debe ser compasivo infinitamente con el alumno y el alumno ser absolutamente respetuoso con el maestro’’. Aquí interviene la Fe: hay que tener fe en el proceso del aprendizaje y en el saber del que ya ha pasado por lo que ahora experimenta el alumno.El maestro compasivo debe ser capaz de sacrificar lo que sea por el alumno y éste, a su vez, debe ser devoto.


Los que quieran aprender deben mostrase como recipientes abiertos a los llegan las instrucciones dadas por el maestro. Sólo cuando el alumno esté listo podrá asentarse en los tres pilares de la educación: la conducta moral, la mente concentrada y el despertar de la sabiduría.
Resultaba paradójico que en el núcleo de la academia ortodoxa occidental, donde las reivindicaciones contra las leyes que atacan el conocimiento y la educación están a la orden del día y donde los catedráticos y doctores compiten para obtener puestos en rankings de honores y excelencias, se encontrase este anciano envuelto en una túnica azafrán. Una persona honorable que estudió en Alemania reivindica la bondad, la compasión y la ética por encima de cualquier otra meta.

 

 

 



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