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HEMEROTECA- Tomo III
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ABRIL 1975 – Año IV – Núm. 29

 

HERMETISMO

LOS MISTERIOS DEL ANTIGUO EGIPTO (IV)

7) HELIOPOLIS, LA CIUDAD DEL SOL

Ya hemos tratado, en los dos artículos precedentes, acerca de los cultos iniciáticos, o ‘‘misterios’’, que se desarrollaban en los templos de Abidos y de Hermópolis. Vamos a referirnos ahora al gran centro de la Sabiduría Sagrada que fue la ‘‘Ciudad del Sol’’.

 


Heliópolis es el nombre que dieron los griegos a la ciudad egipcia llamada On. Se hallaba situada en la ribera oriental del Nilo, cerca del vértice del delta, a unos veintisiete kilómetros al norte de Memphis, en lo que hoy es un barrio residencial en las afueras de El Cairo. Figuró entre las más cultas e importantes ciudades del antiguo Egipto, como verdadera sede de su sabiduría. Allí acudieron para aprender los sabios griegos que habrían de iniciar el pensamiento europeo: Tales, Heródoto, Solón, Platón. Este último eminente filósofo estudió durante trece largos años en el Gran Templo de Heliópolis. Luego, en su obra ‘‘Timeo, o de la Naturaleza’’, pondría en boca de Critias los relatos acerca de la legendaria Atlántida. Relatos que este personaje cuenta haber oído de su abuelo quien, a su vez, se los oyó a Solón que lo sabía por un sacerdote egipcio. Pero no sólo este sabio estudió en Heliópolis, sino que el propio Platón también lo hizo, como ya hemos referido. Por lo que muy bien pudo este último haber tenido aquellas noticias de modo directo, durante su estancia, tan dilatada como sin duda fructífera, en el país del Nilo.

 


Al parecer hasta el propio Pitágoras residió en esta ciudad durante bastante tiempo, antes de fundar en Crotona (Sicilia) la que sería después célebre logia iniciática.
Imhotep, el legendario personaje egipcio más tarde divinizado, que fue primer ministro del faraón Djoser y Canciller del Bajo Egipcio, se cree que ocupó también un elevado cargo de Gran Sacerdote de Heliópolis. Este fabuloso personaje fue, como se sabe, un auténtico pozo de sabiduría: médico eminente, teólogo, gran arquitecto creador de la pirámide escalonada y el primero en utilizar la piedra de sillería. Autor asimismo de unas ‘‘instrucciones’’ morales que llevan su nombre, la tradición le atribuía el tratado conocido como ‘‘La Fundación de los Templos’’, libro de consulta obligada para el ritual litúrgico del establecimiento y trazado de todo nuevo templo.

 


Del célebre Gran Templo de Heliópolis no ha quedado ni rastro. Sin embargo, podemos hacernos una buena idea de su forma (figura 1) reconstruyéndolo idealmente, en base a las ruinas que se conservan de otro templo solar, el de Abu-Gurob (1) que se sabe era reproducción del templo matriz heliopolitano. Son característicos el enorme obelisco, no monolítico claro, llamado ‘‘benben’’, erigido sobre una elevada plataforma tronco-piramidal cuadrangular, que constituía el símbolo solar por excelencia, algo diferente del que aparece en las escrituras jeroglíficas (figura 2). El acceso al Templo se realizada por un pórtico exterior, unido a un segundo pórtico por una larga rampa cubierta, de oblicuo trazado. El inmenso recinto rectangular, formado por altas murallas blancas perfectamente orientadas de Este a Oeste, rodeada al ‘‘benben’’ y comprendía una serie de edificaciones periféricas. El culto esotérico solar se efectuaba al aire libre, sobre una gran plataforma central, en la que se ubicaba el altar de alabastro, llamado ‘‘heliopolitano’’ (2). Junto a la cara sur del Templo, ya extramuros, se levantaba la simbólica ‘‘barca solar’’, construida de ladrillo, inmóvil en su místico viaje de oriente a occidente.

 


En el interior de aquel Gran Templo de Heliópolis se celebraban unos importantes ‘‘misterios’’ consistentes en esotéricos cultos iniciáticos de base solar. Se sabe que en estos cultos, restringidos como siempre a una minoría elegida, se establecía un ‘‘puente mágico sobre el abismo de la muerte’’. Y que el objeto de los mismos era una extraordinaria profundización en el problema de la Vida y de la Muerte. Algunos esoteristas aseguran que la contemporánea y misteriosa sociedad secreta llamada la ‘‘Hermandad de Heliópolis’’, es depositaria de gran parte de aquella oculta sabiduría. Se sabe, (3) que Fulcanelli, el misterioso Adepto contemporáneo, pertenecía a esta sociedad, lo mismo que sus escasos discípulos. Al menos se nos antoja muy significativo, en este sentido, el hecho de que el célebre libro de aquel maestro, ‘‘EL MISTERIO DE LAS CATEDRALES’’, apareciera dedicado por su autor: ‘‘A los Hermanos de Heliópolis’’.


Aunque los ritos y doctrinas de la referida sociedad secreta permanecen cerrados por el más riguroso sigilo, sí se sabe que su misión consiste en perpetuar la antiquísima iniciación solar egipcia. Cometido esotérico, altamente espiritual y místico, que era también el del grupo de Praga, más o menos entroncado en la masonería.
Dado el carácter altamente secreto de los cultos iniciáticos heliopolitanos y los muchos siglos transcurridos, es natural que no sepamos casi nada de su contenido (4). En cambio se conoce bastante bien el Mito Solar de Heliópolis, que se refiere a la Creación. Del cual existe una versión popular, a modo de ‘‘historieta sagrada’’, como siempre llena de ingenuas peripecias. Y una doctrina culta, sacerdotal, de elevada espiritualidad y auténtica grandeza metafísica.

 


8) LA DOCTRINA HELIOPOLITANA

Creemos interesante ofrecer un resumen escueto de esta doctrina, destacando de ella los aspectos siguientes.
a) Hay una deidad primigenia, llamada NUN, de carácter tan intelectual y abstracto que carece de representación y de templos. Simboliza al mítico ‘‘océano primordial’’, al caos líquido originario, al elemento húmedo en el que flotaban los gérmenes inertes de todos los futuros seres.
b) En NUN estaba UN ‘‘espíritu indefinido’’, llamado ATUM, que llevaba en sí mismo la suma de todas las existencias futuras. Y que ‘‘no encontrando un lugar en donde posarse, deseó fundar en su corazón (espíritu) (2) todo cuanto existe’’. Por su voluntad salió del Nun, se remontó sobre las aguas, existió el Sol, ‘‘se hizo la luz’’. Y el que se llamaba Atum una vez diferenciado del Agua Primordial, tomó el nombre de RA.

 


c) A continuación RA crea la ‘‘Gran Enéada’’, considerada como ‘‘los miembros o partes de su propio cuerpo’’.
d) En una inscripción sagrada, el propio ATUM-RA, dice: ‘‘(…) he creado todas las formas con lo que ha salido de mi boca, cuando aún no había cielo ni tierra’’. La doctrina heliopolitana expresa claramente que ‘‘ninguna cosa existe antes de ser nombrada’’. Por lo que Atum adquiere el carácter de Verbo Creador que, no sólo hace surgir la creación de la nada o, mejor dicho, de su propio pensamiento, sino que mantiene a través del tiempo todo cuanto existe.
Pero, como ya indicamos en el artículo titulado: ‘‘¿Qué es el Hermetismo?’’, el Verbo de Atum es la deidad o demiurgo creador THOT. Es decir, el que los helenos llamarían siglos después Hermes Trismegisto, del que procede precisamente la Sabiduría Hermética.

 

EL TRIANGULO SAGRADO, MUY UTILIZADO POR LOS CONSTRUCTORES DEL ANTIGUO EGIPTO, CONCEDIA A SUS OBRAS, EL CARÁCTER DE FUERZA Y POTENCIA.



 

 

9) LA INICIACION ISIACA

Con el transcurso de los tiempos, los ‘‘misterios osirianos’’ van evolucionando y degenerando, terminando por desaparecer prácticamente. Y vienen a ocupar su lugar, dentro de los llamados ‘‘cultos iniciáticos’’, los ‘‘misterios de Isis’’. Uno de los principales centros religiosos de este culto a Isis, lo constituyó el templo que la esposa-hermana de Osiris poseía en Denderah. En él se llevaba a cabo la llamada ‘‘iniciación mayor isíaca’’, precisamente en la cripta número SIETE, situada en un largo corredor terminado en TRES peldaños. A su derecha, CINCO gradas daban paso a un patio interior en el que estaba situada la ‘‘Capilla del Año Nuevo’’, a la que se accedía por una escalera de SIETE peldaños (6).

 


En aquella capilla aparecía representado en el techo el parto diario del SOL-RA por la diosa Nut, (el Cielo). Lo que señala, junto con determinados rituales referidos al ‘‘renacimiento’’ tras la muerte, que en la ‘‘iniciación mayor isíaca’’ que culminaba en este lugar, de algún modo eran revelados trascendentales arcanos del culto solar, relacionados con los enigmas de la Vida, la Muerte, la Resurrección y la Vida Eterna.


10) EL SAGRADO TRIANGULO DE ISIS

Como sabemos, en el ‘‘triángulo sagrado isíaco’’, aparecen expresados los números 3, 4 y 5 (figura 3). Este triángulo, muy utilizado por los constructores de todas las épocas, desde tiempo inmemorial hasta incluso hoy en día, es conocido vulgarmente como ‘‘triángulo de Pitágoras’’. Pero recordemos que el genial sabio fue iniciado a los misterios y a la sabiduría egipcios en el Gran Templo Solar de Heliópolis. Ya Plutarco escribió acerca del llamado ‘‘triángulo más perfecto’’, diciendo que Osiris, Isis y Horus encarnaban respectivamente la Inteligencia, la Materia y el Cosmos. O el principio creador masculino, el elemento conceptual hembra y la progenitura.

 


Pues bien, si tomamos uno a uno estos tres ‘‘números sagrados’’ del triángulo de Isis, tenemos que:
–el TRES: expresa la trilogía divina, la propia tríada osiriana. Y también simboliza al Padre, al Espíritu, la Energía Viva fecundante, el Gran Macho o ‘‘elemento activo’’.
–el CUATRO: representa la Materia, el Mundo, la Tierra Madre, la sustancia hembra o ‘‘elemento pasivo’’, receptivo y fecundo.
–el CINCO: el Hijo, la Progenitura, el Verbo, la Energía activa creadora y mantenedora, el Cosmos, el Demiurgo Creador.

 

LA MAGIA DEL SAGRADO TRIANGULO DE ISIS.


 


Si tomamos estos tres números, 3, 4 y 5, dos a dos, tendremos:
–el 3, con el 4 nos da 34, en el sentido del TRES actuando sobre el CUATRO. Es decir, el ‘‘elemento pasivo’’, en la trascendencia hierogamia (7) creadora. El resultado de esta unión sagrada es doble: por una parte el número 5, como veremos después. Por otra parte la suma teosófica: 34 = 3 + 4 = 7. Es decir, el SIETE como símbolo de la Vida.
–el 4 con el 5 da 45, en primer lugar con el sentido del 4 (pasivo, hembra) fecundado, que da a luz al 5 (el Hijo, la Progenitura, el Hombre). Por otra parte, la suma teosófica: 45 = 4 + 5 = 9 nos da la ‘‘enéada sagrada’’, imagen de la deidad antropomorfa, del equivalente egipcio del ADAM KADMON hebraico, tal como hemos visto antes en el mito solar heliopolitano de la Creación.
–el 3 con el 5 da por su parte el 35 con el sentido del 3, como divinidad-padre, dios primigenio, origen de todas las cosas que pasa a ser el 5, es decir el dios-hijo, demiurgo creador. Es decir, el sentido de un dios-origen abstracto, infinito, lejano e incognoscible que se concreta y autolimita, en una demostración de infinito amor y autosacrificio hacia sus criaturas, para dar paso a la creación del Cosmos.
–finalmente, si hallamos la suma transversal de la serie 3-4-5 obtenemos 3 + 4 + 5 = 12, es decir, el número DOCE, símbolo de la ‘‘plenitud total’’.
La serie sagrada isíaca, 3-4-5 que estamos analizando hace referencia a la Creación. Pero la Armonía que preside esa Creación se describe mediante la expresión matemática de la ‘‘curva de crecimiento’’ (8), desarrollo gráfico al que equivale numéricamente la llamada ‘‘serie de Fibonacci’’, íntimamente relacionada por otra parte con la ‘‘divina proporción’’ expresada en el ‘‘Número de Oro’’ pitagórico, en el que no vamos a entrar ahora.
La ‘‘serie de Fibonacci’’ tiene infinitos términos, puesto que la Creación es continua, constante e interminable. Pero para nuestros efectos comparativos con la ‘‘serie isíaca’’tomaremos únicamente los diez primeros términos. Ahora, si enfrentamos la citada ‘‘serie de Fibonacci’’ con la ‘‘serie natural’’ de los dígitos, tendremos:

SERIE NATURAL
1 2 3 4 5 6 7 8 9 1

SERIE DE FIBONACCI
1 1 2 3 5 8 13 21 34 55

Ahora, si confrontamos ciertos términos, vemos:
a) Como el 3 se empareja con el 4; expresión de la hierogamia mística.
b) Como el 5, símbolo del ‘‘hombre’’, se enfrenta consigo mismo y de qué modo, al final, se duplica frente al 10 totalizador, dando 55. ¿Acaso como símbolo ya de la ‘‘humanidad’’, o como referencia al ‘‘superhombre’’? Incluso podría pensarse en una alusión al ‘‘héroe solar’’. De todos modos hay que observar que 55 = 5 + 5 = 10.
c) Como el SIETE, símbolo de la Vida, se contrapone al TRECE, símbolo de la Muerte, formando un par indisoluble.
d) Como frente al 34, el número de la hierogamia y expresión esotérica de la Vida, aparece su resultado, el NUEVE, la Enéada Sagrada creadora, forma demiúrgico que la divinidad utilizada como mediadora para llevar a cabo esa Creación.
Ahora bien, la sucesión de escalones en la cripta iniciática número siete del templo isíaco de Denderah, no nos da la serie de Isis, 3-4-5 como sería de esperar a simple vista, sino la serie 3-5-7. Lo cual plantea en principio un problema bastante difícil del que intentaremos dos enfoques distintos, en relación con la Vida y la Muerte y en relación con la Resurrección:
A) Mitológicamente, OSIRIS, (el número 3), aquí con carácter funerario, toma a HORUS (el número 5) en su advocación de divinidad solar anterior a RA, le acompaña en su ocaso y muerte y le ayuda a resurgir triunfante del reino de las tinieblas y volver a la Vida (el número 7).
B) Numerológicamente: el Principio Energético-Vital activo (número 3), es el que hace que el Hombre (el número 5), vuelva a la Vida (número 7).
C) Mística y religiosamente: el dios-Padre (número 3), o bien Dios (ahora como Trinidad = 3), al actuar como ‘‘gracia divina’’ sobre el Hombre ‘‘caído’’ (número 5) lo coloca en el Sendero de la Salvación y de la Vida Eterna (el número 7).
Si observamos la ‘‘serie de Fibonacci’’ (figura 4), veremos que el TRES (principio espiritual), toma al CINCO (el Hombre), y a través del sobreentendido intermediario OCHO (9), lo lleva a enfrentarse con el TRECE (la Muerte), a trascenderla y a saltar y elevarse a otro plano de la realidad, a otra dimensión, donde se encuentra con la Vida auténtica (el SIETE).

E. MICHELENA

1. Templo solar situado a unos 12 km. al S-O de Gizeh y construido por el faraón Ne-User-Ra.
2. Este tipo de altar estaba formado por cuatro mesas adosadas, con unas pilas destinadas a recibir las evoluciones.
3. Por lo menos así lo aseguran los autores M. Caron y S. Hutin en su libro ‘‘LES ALCHIMISTES’’.
4. Debemos tener en cuenta que Heliópolis y el culto solar iniciático de su Gran Templo, adquirieron su máximo auge aproximadamente durante la Quinta Dinastía faraónica, hace de 43 a 45 siglos. Y que hacia el año 4200 a. de J.C. fue creado en aquella ‘‘Ciudad del Sol’’ el primer calendario solar de 365 días, en base a la ‘‘salida helíaca’’ de la estrella Sothis (sirio, símbolo astral de la diosa Isis).
5. Quizás tratemos en otra ocasión de la relación que hay entre el ‘‘corazón’’ y el enigmático número cinco. Y el extraño árbol que había en el patio del Gran Templo Solar de Heliópolis.
6. Esta capilla denominada ‘‘del Año Nuevo’’ poseía realmente el sentido de ‘‘Capilla de la Resurrección’’. Aún hoy en día, entre nosotros y en un sentido banal, ¿no se emplea acaso la expresión ‘‘año nuevo, vida nueva’’? Convendría quizás meditar esto un poco.
7. ‘‘Hierogamia’’ = matrimonio divino, unión del dios con la diosa. Del griego ‘‘hieros’’ = sagrado, divino, relativo a los dioses y ‘‘gamos’’ = unión legítima, matrimonio.
8. Esta curva geométrica es conocida también como ‘‘espiral logarítmica’’ o ‘‘espiral de Bernoulli’’.
9. El número OCHO expresa la forma central intermedia entre el cuadrado (orden terrestre, materialidad), y el círculo (orden celeste, espiritualidad), es símbolo de la regeneración y de las aguas bautismales y tiene el carácter de mediador o de intermediario.

 

 

 



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