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HEMEROTECA- Tomo I
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NOVIEMBRE 1972 - Año I - Núm. 1

 

HERMETISMO

LA TABLA ESMERALDA


LOS ARCANOS SERÁN DESVELADOS CUANDO EL INdivIDUO ESTÉ A LA ALTURA DEL PLANO DONDE SE ENCUENTRAN LAS LLAVES.

 

“Nada hay oculto que no haya de ser desvelado”, nos dicen las palabras bíblicas del Nuevo Testamento y es bajo esta consigna que desarrollaremos nuestras presentes líneas, destinadas a ayudar un poco dentro de nuestras luces, a aquellos que encontrándose ante la puerta del Santuario Hermético, pugnan por abrirse paso entre los laberintos que guardan su acceso.
Uno de los puntos fundamentales que sirven de base, para introducirse a la ciencia hermética, lo constituye el llamado Sello de Salomón o Tabla de la Esmeralda.
Este axioma fundamental del Gay Saber atribuido a Hermes Trismegisto, ha constituido tradicionalmente uno de los mayores rompecabezas para los neófitos del arte real. Para el que comienza, es quizás esta pasmosa sencillez que fluye de esta Tabla de Hermes, lo más desesperante, pues aparenta decir y comunicarlo todo y a fin de cuentas para el no iniciado sigue tan incomprensible como el primer día que la tuvo ante sus ojos. No hay nada más cierto que “el que no tiene palabras no puede hablar y que el que no tiene oídos no puede oír. Quienes hallan desesperado de hallar una indicación en el texto de la Tabla Esmeralda después de haberla leído una y cien veces, y abandonando todo estudio complementario para intentar descifrar el enigma, y así de este modo proseguir cogido del hilo de Ariadna en la espinosa senda, que tiene como final el desvelamiento de todos los secretos y la solución de todas las cuestiones, no les quedará más que quedarse en la orilla del camino viendo a los de otra clase: los más pacientes, gentes no limitadas ya por el espacio y el tiempo, verdaderos filósofos de lo trascendente, los cuales, paso a paso, lentamente, van subiendo los innumerables peldaños que conducen a la cima de la montaña de la Iniciación Suprema.
Ciertamente, y como hemos dicho anteriormente, nada hay oculto que no haya de ser desvelado, pero no interpretemos ligeramente la frase y por tanto no nos llamemos a engaño: los arcanos serán desvelados, cuando el individuo esté a la altura del plano donde se encuentran las llaves que dan acceso al mismo, no antes.



Por esta razón es imprescindible la dedicación plena y el constante estudio y meditación acerca de las cosas que pertenecen al derecho al arte de los sabios, ya que así es como el individuo, el iniciable, va progresando lentamente, digiriendo lo que ha aprendido y expulsando las escorias que no le sirven de nada; en una palabra, ascendiendo por los infinitos estadios de evolución cada vez con mayor conocimiento de las relaciones entre los conceptos clásicos de la filosofía de Hermes: “Dios, Hombre, Universo”.
Rozando los límites de lo insólito, si es que lo insólito pudiera existir, en un plano de trascendencia se entiende, bueno será que una vez más volvamos la cara hacia el texto del testamento de Hermes y así analicemos una vez más su contenido misterioso, sacando conclusiones generales, que sin duda ayudarán a los que aún están enmarañados entre sus líneas, intentando sacar a la superficie una pista cualquiera que los catapulte hacia delante en su camino. Hemos dicho e insistimos que este análisis, objeto de estas líneas, es únicamente para extraer conclusiones “generales” ya que el profundizar en cada tema es cosa particular de cada uno, pues dadas las llaves, lógico es que cada uno abra sus propias puertas, ya que sólo la experiencia en abrirlas se adquiere a base de abrir o haber abierto muchas más, por tanto se sobreentiende que se trata, al querer profundizar en los temas, de trabajos profundamente personales e intransferibles de acuerdo con las reglas del arte real, pues toda fulería en este sentido no serviría nada más que para invertir los polos de la gran operación, y así, el individuo en vez de evolucionar hacia el adeptado, lo hará en camino contrario, acabando por convertirse en una triste marioneta de las fuerzas superiores desconocidas e incontroladas por él mismo aunque en el mejor de los casos sea capaz de controlarlas y atraerlas.

Dice la Tabla de la Esmeralda:

“Es verdadero, sin falsedad alguna, cierto y muy cierto.
Lo que está arriba es igual a lo que está abajo y lo que está abajo es igual a lo que está arriba, para que se cumplan los milagros de una sola cosa.
Y como fuera que todas las cosas lo fueron por la contemplación de una sola, así todas las cosas surgieron de esta única cosa por un simple acto de adaptación.
El padre de ello es el Sol, la madre la Luna.
El Viento lo llevaba en su seno y la Tierra es su nodriza.
Es el padre de todas las cosas maravillosas a lo largo y ancho del mundo.
El poder del mismo es perfecto.
Si fuese arrojado a la Tierra separaría al elemento Tierra del elemento fuego, lo sutil de lo grosero.
Con gran sagacidad asciende suavemente desde la Tierra al Cielo.
Desciende de nuevo a la Tierra, reúne en sí la fuerza de las cosas superiores y de las cosas inferiores.
Así poseerás la gloria del brillo de todo el universo y toda oscuridad huirá lejos de ti.
Esta cosa es la recia fortitud de toda fortaleza, ya que vence a toda cosa muy sutil y penetra en toda sustancia sólida.
Es así como fue creado este mundo.
Por consiguiente, se alcanzarán adaptaciones maravillosas de las cuales ésta es la clase.
Por esta razón me llaman Hermes Trismegisto, porque poseo tres partes de la sabiduría del mundo entero.
Lo que tenía que decir sobre la operación del Sol está consumado.”
He aquí el texto de nuestro enigma; empecemos a trabajar de acuerdo con los cánones del arte real, sin detenernos mucho en las ramas, y al final procuraremos detallar un poco los conceptos herméticos dilucidados, que no sean del común dominio, iniciando un poco al lector, presentándole, por qué no una invitación, a que nos acompañe en este apasionante desafío en pos de arañarle un poco de conocimiento a este texto hermético por excelencia.

ES VERDAD, SIN FALSEDAD ALGUNA, CIERTO Y MUY CIERTO

La tabla empieza por una trinidad. El autor afirma de este modo desde el primer momento la ley que rige la naturaleza entera. Sabemos que el ternario se reduce por así decirlo a una jerarquía conocida por los tres mundos. Es pues una misma cosa vista de tres aspectos que podemos considerar:
Es verdad: Verdad sensible, correspondiente al mundo físico.
Sin falsedad alguna: Oposición al aspecto precedente, verdad filosófica. Mundo metafísico.
Cierto y muy cierto: Unión de los dos aspectos precedentes, tesis y anttsis formando la síntesis. Mundo divino.

Lo que está arriba
es como lo que está
abajo
y


Lo que está abajo
es como lo que está
arriba

Para hacer los milagros
de una sola cosa.

Disponiendo de la forma que lo hemos hecho, la frase, podemos observar un doble ternario o uno sólo bajo dos aspectos, uno positivo y otro negativo; aquí podemos reconocer, sin temor a equivocarnos, la aplicación concreta de un método característico de la ciencia hermética: la analogía.
Sintetizando, y en un lenguaje al abasto de cualquiera, podríamos decir: Que hay que considerar una verdad en su triple aspecto: físico, metafísico y espiritual ante todo. Es en este preciso momento donde podemos aplicar y con este conocimiento el método analógico que nos permitirá ir poco a poco conociendo las leyes y por fin sintetizar las diversas leyes a una por el hallazgo del principio de la causa primera.
Y como fuera que todas las cosas lo fueron por la contemplación de una sola así todas las cosas surgieron de esta única cosa por un simple acto de adaptación.
Hermes da aquí las correspondencias de lo múltiple con su unidad, es decir de la creación con su creador.
He aquí en pocas palabras toda la enseñanza del santuario sobre la creación del mundo.
Esta única cosa de donde todo deriva, es la fuerza universal, la cual se genera según explica la tabla en las siguientes líneas:

El padre de ello es el Sol, la madre la Luna.
El Viento lo llevaba en su seno y la Tierra es su nodriza.

El Sol… positivo; la Luna… negativo; el Viento… receptor; la Tierra… materialización.
Esta cosa que él, Hermes, denomina “thelema” (voluntad) es de tal vital importancia para el ocultista que citaremos aquí, aunque sea a expensas de cortar un poco nuestra exposición, las opiniones de algunas figuras del arte hermético al respecto de la cuestión.
Nos dice Eliphas Levi: “Existe un agente mixto, un agente natural y divino, corporal y espiritual, un mediador plástico universal, un receptáculo común de las vibraciones del movimiento y de las imágenes de la forma, un fluido y una fuerza que se podría llamar de cualquier forma “la imaginación de la naturaleza” … por esta fuerza todos los aparatos nerviosos se comunican secretamente entre ellos; de aquí nacen los fenómenos de la simpatía y de la antipatía; por él se producen los fenómenos de doble vista y de visión paranormales. Este agente universal de las obras de la naturaleza es el OD de los hebreos y del caballero de Reichenbach, es la luz astral de los martinistas. La existencia y el uso posible de esta fuerza constituye el gran arcano de la magia práctica … la luz astral mantiene, calienta, ilumina, magnetiza, remueve, aquieta, vivifica, destruye, coagula, separa todas las cosas bajo el dominio y la impulsión de voluntades poderosas … los cuatro fluidos imponderables del ocultismo no son sino más que las manifestaciones diversas de un mismo agente universal que es la susodicha luz astral … hablamos de una sustancia que se esparce por todo el infinito, la sustancia una que es cielo y tierra o sea según sus grados de polarización … esta sustancia es la que Hermes llama la gran “thelesma”. Ya que ella produce el esplendor, se le llama luz … ella es a la vez sustancia y movimiento, es un fluido y una vibración perpetua … el gran agente mágico se revela por cuatro clases de fenómenos y en forma balbuceante ha sido sometido por la ciencia profana bajo cuatro nombres: calor, luz, electricidad y magnetismo … el gran agente mágico es la cuarta emanación de la vida –principio de donde el sol es la tercera forma … este agente solar es viviente por dos fuerzas contrarias: una de atracción y una de proyección, lo que hace decir a Hermes que continuamente esta fuerza asciende y desciende.”
También, y asimismo, el mismo autor clásico del esoterismo nos dice:


El nombre empleado por Moisés, leído cabalísticamente, nos da la descripción y la definición de este agente mágico citado en todas las teogonías y representado en las mismas por la serpiente, a lo cual los hebreos dieron también el nombre:


OD=Positivo
OB=Negativo
AOUR=Infinito

La luz universal “cuando mantiene los mundos, se llama luz astral, cuando forma los metales, se le denomina azoth o mercurio de los sabios, cuando ella da vida a los animales debe llamarse magnetismo animal.”

L. Lucas, otro clásico del esoterismo dice al respecto:

El movimiento es el aliento de Dios en acción, en medio de las cosas creadas, es este principio todopoderoso que uno y uniforme en su naturaleza y en su origen, no deja de ser por esto la causa y el promotor de la variedad infinita de fenómenos que componen las categorías indecibles de los mundos; como Dios anima o abandona, organiza o desorganiza siguiendo las leyes secundarias que son la causa de todo lo que nos rodea … el movimiento es el estado no definido de la naturaleza general que anima la naturaleza; el movimiento es una fuerza elemental, sólo la que yo comprendo y que encuentro que debería servir para explicar todos los fenómenos de la naturaleza, porque el movimiento es susceptible de más o de menos, es decir de condenarse o de dilatase, es decir electricidad, calor, luz, … es aún susceptible de combinarse entre las condensaciones, en fin, encontramos en él la organización de sus combinaciones … el movimiento supone activo materialmente e intelectualmente nos da las llaves de todos los fenómenos … el movimiento no definitivo es susceptible de condensarse, de organizarse y de totalizarse … condensándose él forma una fuerza de un poder relativo … organizando es apto para conducir órganos especiales … concentrándose y totalizándose es para él posible de gobernar sobre toda la máquina y de dirigir todo el ensamblaje del organismo.

Crhistian, asimismo, nos asevera en su obra “El hombre rojo de las Tullerías”, conocido libro de arte real:

En el alma del mundo, fluido ambiente que penetra todas las cosas existe una corriente de amor o de atracción y una corriente de cólera o de repulsión … este éter electromagnético del cual nosotros somos los amantes, este campo de fuego del santo espíritu que renueva sin parar la faz de la Tierra es fijado por los puntos de la atmósfera y por la fuerza de atracción del globo … la fuerza de atracción se fija en el centro del cuerpo y la de proyección en el entorno. Esta doble fuerza engendra espirales de movimientos contrarios que no se encuentran jamás … es el mismo movimiento que el del Sol, que atrae y repele sin cesar todos los astros de su sistema. Toda manifestación de la vida en el orden moral como en el físico es producida por la tensión de estas dos fuerzas.
Creemos que esta vez hemos hablado claro y llanamente, nada hemos guardado que esté dentro de nuestras posibilidades para nosotros mismos enmarañando aún más con palabras vanas este trascendental arcano de la sabiduría esotérica clásica; labor de cada uno será el ir entrando en detalles hasta que se haga en las mentes de los estudiantes la luz total.
Siguiendo nuestra tarea de análisis sobre el texto motivo de nuestra labor, vemos así en forma sintética, sin entrar en profundidades que el autor hermético acabando su demostración, o mejor dicho afirmación de esta fuerza universal, aborda de golpe el ocultismo práctico, la regeneración del hombre por sí mismo y la regeneración de la materia por el hombre regenerado.
Finaliza con una alusión a la operación que no es otra que la gran obra.
He aquí, de una forma sencilla, la traducción al lenguaje vulgar, del texto de la Tabla de la Esmeralda, de Hermes Trismegisto, el gran iniciado.
Sólo hemos esbozado los principios de la gaya ciencia y ¡cuán vasto horizonte se abre a la mente del estudiante!; deberá éste vigilar el “athanor” alquímico atentamente avivando continuamente el fuego que lo mantiene para poder algún día ver en su crisol la señal que le indicará que el final de la obra se aproxima…
¡Cuánta paciencia, cuántos improperios no habrá de recibir de los que le rodean, sino cosas peores, para salvaguardar su incipiente tesoro hermético, escondido en lo más hondo de las fibras de su interior!... pero llegará el día, mal pese a quien sea, que cuando sea abierto el séptimo sello, la cizaña será separada del trigo para darle uso y destino adecuado… entonces más que nunca brillará la verdad inmutable por todo, ya que por aquel entonces todos tendremos que reconocer finalmente que, el todo es la misma verdad de que hablábamos anteriormente.
Rozando quizá los límites de lo permitido por la tradición en cuanto a materia de divulgación del arte real se entiende, diremos como complemento, y para aquellos que campean por dentro de los linderos por donde tiene asiento la Simbología, ciencia siempre al servicio del Hermetismo y compañera inseparable de lo Abstracto, añadiremos, quizás unas líneas, que suponemos serán de utilidad para los buscadores debutantes del Vellocinio de Oro:
La alquimia, como arte hermético por excelencia, aplica comúnmente el texto de la Tabla de la Esmeralda en sus trabajos y en su simbolismo peculiar; para facilitar las correspondencias y llamar la atención del lector sobre la correcta interpretación de los símbolos, daremos a continuación y como colofón de todo lo expuesto la traducción de la Tabla de la Esmeralda al lenguaje de la simbología hermética:

 


“La verdad en los tres mundos


Verdad moral Verdad intelectual


Verdad física


Lo que está arriba es como lo que está abajo


Para que se cumplan los milagros de una sola cosa


y como todas las cosas proceden de esta sola cosa


así todas las cosas nacen de esta sola cosa única por un simple acto de adaptación.”

 

Hay que aclarar finalmente, que la cruz es el símbolo o signo por excelencia de adaptación en la simbología hermética.
Acabada esta última consideración, nada nos queda ya por decir al menos para esta ocasión, acaso recordar las características que deben ser signo de reconocimiento para los hijos de Hermes, si es que alguien intenta reconocer alguno en su entorno. Dice el Kybalión: “El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes que están por encima de él, pero en su propio plano y en las que están por debajo de él, rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo, forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la ley, y comprendiendo sus movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo, el nadador y el madero, el sabio y el ignorante, están sujetos a la ley. Aquel que esto comprenda va en el buen camino que conduce al Andeptado.
Ya el espacio nos limita, ya sólo el deseo de un nuevo contacto por medio de estas páginas es lo que mueve a la despedida entre nosotros y el lector esperando una vez más un nuevo encuentro para dedicarlo, como es costumbre, entre los aspirantes al Adeptado, a los temas de la Filosofía Transcendental.
Sinceramente,


 

JOAN ARGENTIER

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