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HEMEROTECA- Tomo II
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ABRIL 1974 – Año III – Núm. 17

 

NATURISMO

EL SECRETO DE LA FELICIDAD

 
 

En los números anteriores de KARMA-7, hemos procurado esbozar el secreto de la salud, objetivos principales y métodos para conseguir el estado normal de equilibrio físico entre todos nuestros órganos o reconquistar la salud perdida, en el caso de hallarnos presos de la enfermedad. Hoy empezaremos con otro aspecto del Naturismo, tan interesante o más que el primero. El secreto de la felicidad y que, llevados por nuestra manía poética y por nuestro deseo de ser sintéticos, resumiremos también, como aquella primera, en una octava de ocho versos y que iremos comentando, con la benevolencia de nuestros queridos lectores.

El secreto de la felicidad:

Satisfacción del deber cumplido.
Dominio de la Voluntad,
Tener árboles, libros y un nido,
Espíritu de paz y de caridad.
Ausencia de placeres, de oro
Y de todo mundanal valor,
Tener en el alma un tesoro,
De esperanza y de amor.

Interesante es en la vida del hombre, y hasta primordial, el tener buena salud y saber conservarla hasta el final de nuestros días, cumpliendo el proceso cíclico y natural de todo ser vivo, pero si bien es verdad que a todo cuerpo sano sigue una mente generalmente sana, ‘‘corpore sano, mente sana’’ de los clásicos, no lo es menos que pueden darse, y de hecho se dan, muchos casos en nuestro siglo tecnológico y de la ilustración, que esto no sucede así.
¿Por dónde se pierde el sendero que conduce a la felicidad y dónde radica la crisis? Estas dos preguntas podrían contestarse con argumentos muy variados, tantos como los diversos estamentos y grados de cultura de cada cual, pero observando el problema con serena y profunda dimensión, podemos ver que todo queda reducido a la manera subjetiva de interpretar la conducta de la vida, la satisfacción, el conformismo y el dominio de la voluntad de uno mismo.

 

SATISFACCIÓN DEL DEBER CUMPLIDO

Los naturistas partimos mayormente de la escala de los deberes antes que de la de los derechos, si el naturismo es la ciencia y el arte, que conducen a la perfección de la salud y a la elevación del espíritu, por medio de una constante superación evolutiva, en el cumplimiento de las leyes naturales, es de correlación que empecemos por tratar de los valores del espíritu, después que tengamos medianamente puesto en orden el cuerpo físico.
Se dirán que deberes deben de cumplirse para estar a tono con uno mismo y sentir los efluvios del placer de su cumplimiento. Primeramente diremos que es bien fácil para el hombre nacido en buena armonía con la naturaleza, sólo procurar no quebrarla y consultar de vez en cuando con su íntima conciencia. Un sereno y meditativo autoanálisis basta para ello y ver si tenemos derecho o no a sentirnos acreedores de esta íntima satisfacción. Si no se quiere profundizar tanto, basta acordarse de los viejos códices o cánones de nuestros maestros antiguos, los pitagóricos, por ejemplo, y si se quiere, un poco más moderno, sirve el mismo catecismo cristiano para hacerse el autobalance de sí mismo. Lo que sí hace falta más que nada es ser un impecable autofiscal en nuestra doble personalidad y así puede que salga un veredicto auténtico sobre nuestra conducta, en el cumplimiento de nuestros deberes. Hay mucha gente tan parcial e ilusa que se engañan ellas mismas y encuentran su abogado del diablo para justificarse y quedarse tan tranquilas. Ojo, todo fraude implica una grave transgresión en el credo naturista.

 

LA MORAL PITAGORICA

Ya en el templo de Delfos había una inscripción que decía: ‘‘Conócete a ti mismo y conocerás a los dioses’’. También en el siglo vi antes de Cristo, se buscaba la felicidad tanto o más que ahora y el cultivo de los valores morales que la proporcionaban tenían una importancia capital para conseguir su objetivo. La invasión de la máquina, de las computadoras y del hombre robot de nuestros días, parece que aquellos valores quedaron relegados a piezas de museo prehistórico, el hombre de hoy con tanta agitación y velocidad no le queda tiempo ni de pensar en algo ni de autoexaminarse, en las acciones ante sus semejantes y afortunadamente, nada más lejos de la verdad, con el imperio de la sociedad industrial y mecanicista es cuando empieza el choque del más vivo contraste y el retorno a sopesar aquellos valores casi olvidados.
Cuando en cualquier pequeño oasis en el desierto de nuestra vida actual, pensamos por qué venimos al mundo y vislumbramos el motivo de la sublimación y si nuestro comportamiento es correcto ante nuestros hermanos y ante la evolución de la humanidad, entonces se busca más que nunca esta toma de contacto y se desea tener esta conformación del deber cumplido.
Precisamente en nuestro tiempo, el hombre que se precie de serlo, no el robot mecánico o el cordero de estadio o cornetín, es consciente del nacimiento de una nueva era de grandes superaciones psíquicas y espirituales y del lanzamiento y conquista de nuevos estrados espaciales. La era astrológica del signo de acuario promete ser la era del despeje del hombre hacia metas insospechadas en todos los aspectos, pero más, en los conocimientos de los misterios cósmicos, que llevan aparejados los conocimientos de la fenomenología de la Creación y todavía de la Naturaleza Dios. En estas coyunturas de enlace, en estos tiempos de crisis de estructuras ya anticuadas y de desfases, acordarse de los códigos antiguos como aquellos versos de oro de Pitágoras o de aquellos relatos limpios de la Biblia constituyen un buen pase para la toma de conciencia.

 

DOMINIO DE LA VOLUNTAD

En el secreto de la felicidad naturista, juega otro factor muy importante también, ya que además del conocimiento de las leyes naturales, de las cosas y de los hombres, entraña el dominio de la voluntad, digamos dominio racional, sereno y consciente de la voluntad de uno mismo. Voluntad de hacer o no hacer, voluntad de estudio y de criba, ante la dualidad del Bien y del Mal, aunque el mal sea necesario, ¡paradoja de nuestro pobre destino!, para hacernos mejores, para sublimizar el Bien y llegar al amor divino, astral si se quiere.
El Sabio de Cretona, durante más de sesenta años, consagró todas sus fuerzas a la misión que se impuso de canalizar en todo momento el dominio de la voluntad, ante el vaivén de las luchas más desenfrenadas de su tiempo.

 

EL INSTITUTO PITAGORICO

La institución del sabio de Samos, para el control, estudio y dominio de la voluntad, tenía ramificaciones en toda la Grecia, Cirene, Cartago y en todas las ciudades que se preciaban de cultas y avanzadas. La institución pitagórica puso la levadura de aquel florecimiento romano incluso y los estudiantes se dividían en dos clases, oyentes, obligados al silencio total, e iniciados operantes, que podían dialogar y sugerir incluso a sus maestros. Ambos venían obligados a la observancia de unas reglas un tanto severas, dados ya los desviacionismos progresivos de las naturales leyes de la vida física y espiritual de entonces. Es interesante señalar algunas de las más principales de carácter general: la abstinencia total de alimentos de procedencia animal, los ayunos periódicos, abstinencia del amor físico, los ejercicios físicos, los estudios de reflexión ante la naturaleza, la comunidad de bienes, los autoexámenes de conciencia y otros tantos que preparaban al alumno para que fuera cabal y consciente de su pro y de su contra ante el destino de la vida.
Como puede colegirse el dominio de la voluntad era antes igual que ahora, no siempre fácil ante la barahúnda negativa y ambiental de aquel entonces, sumido a toda clase de placeres y de crápulas y algo parecido o por el estilo que lo que sucede ahora, con sólo cambiar de nombre, las etiquetas de los vicios y de los abusos de los poderosos, ante los menos dotados.

 

EL ABOGADO DEL DIABLO

El don del dominio de la voluntad, como en todo en la vida, hay personas que ya nacen con él y lo ejercitan sin darse cuenta, como si fuera una función más de su mente, es para ellas una cualidad tan innata y lógica que la encuentran más que natural poseerla, como encuentran natural tener dos ojos para la función de la visión. Otros, para poderla poseer, requieren un largo período de aprendizaje, unos métodos escalonados y de entrenamiento, logrando con el estudio y la perseverancia el mismo objetivo y, finalmente, existen los que no logran nunca poseer esta condición, desgraciadamente son los más numerosos, más de lo que a simple vista parece, por la calle, en el club o en las reuniones familiares es frecuente ver la resignación del brazo del abogado del diablo, para la justificación de su impotencia y de su pobreza mental. Señores o señoras, al parecer incluso con cierta personalidad, ante la problemática del alcohol, del tabaco o de la pastelería, dejan escapar ridículas justificaciones ante una copa de más, o un pitillo que suma a su garganta cancerígena, o un dulce ante una diabetes ya declarada, éstas y otras tantísimas, son claras muestras de impotencia a este don tan maravilloso que es el dominio de la voluntad.
Esa confianza en sí mismo, que permite salir airoso de todo lo que uno emprende, la voluntad reflexiva, resuelta y tenaz de bien regirse y dirigirse deliberadamente en todas las cuestiones, una seguridad luminosa y práctica en la realización de cualquier acto, dan un vigor mental no solamente para sí mismo, sino incluso para influir y conducir, si se precisa, a todos los demás. Estas son las antiguas potencias del alma, cuyos nombres modernos responden a las siglas del mentalismo.

 

LA EDUCACION DEL CARÁCTER
Y DE LA VOLUNTAD

Repetimos que la firmeza concienzuda del carácter es, sin embargo, fácil de obtenerla, incluso para aquellas personas menos dotadas, si se dejan someter a una preparación y estudio. Conocemos a multitud de personas que, sabedoras de su incapacidad operativa en este sentido, se han sometido voluntariamente a la disciplina de un simple texto de Jagot, de Emerson o de cualquier otro reformador psíquico, y han logrado resultados sorprendentes en poco tiempo.
Lógicamente, la persona que quiere educar su voluntad deberá de poner mucho interés, previamente, en armonizar su equilibrio orgánico. Tener una buena o pasable salud es condición muy indispensable; probado es que la persona que no goza de buena salud mal puede ejercitarse y hacer brotar poderes de su mente, por cuanto existe una desarmonía latente en sus funciones psicosomáticas, como dice muy bien un célebre psicoterapeuta: ‘‘Que el enfermo ve y siente a través de su dolencia’’.
La correlación psicosomática es siempre un binomio de vasos comunicantes, cuando, por ejemplo, el cuerpo se nutre de alimentos generadores de toxinas, la sangre las descarga en las células y éstas pueden ser las más nobles, por cuya razón disminuyen la capacidad operativa en el proceso evolutivo, y así pasa igualmente con los fenómenos sensoriales, de los que nos ocuparemos en el próximo número.

D. BELLSOLA


 

 

 

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