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HEMEROTECA- Tomo I
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DICIEMBRE 1973 – Año II – Núm. 13

 

NATURISMO

EL SECRETO DE LA SALUD (II)

 
 

Dentro del naturismo la buena y armoniosa salud, se da por antonomasia si se cumplen fielmente sus principios fundamentales y uno de tales principios es el vegetarismo. “La comida vegetariana”, quinto verso de nuestra octava “El secreto de la salud” ya citado en otros números es la columna maestra del naturismo y responde y concuerda con la indiscutible divisa del “Padre de la Medicina” cuando dijo: “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”. El pensamiento hipocrático de esta frase ha resistido la erosión de todos los tiempos y luchas y en la actualidad, toma una aureola de clave celeste, la vemos escrita y pregonada en todos los textos antiguos y modernos y su lógica es aplastante si tenemos en cuenta que somos lo que comemos, que la salud es una consecuencia de la buena alimentación, así comola enfermedad lo es de una mala nutrición, errónea, tónica e inarmónica. El glorioso Manco de Lepanto, ejemplo de vegetariano, solía decir que: “La salud se fragua en la cocina del estómago” y ahora en nuestro tiempo de grandes avances científicos, y tecnologías masivas, ya existe esta creencia colectiva y cada día se toma más encuentra la calidad vital de lo que ingerimos, en lugar de la cantidad cadavérica de alimentos muertos que se sigue aún masticando.
Si entierras una bellota, nacerá una encina, si entierras un animal sólo habrá putrefacción, solía decir o clamar la sagacidad de Bernard Shaw. Los poetas, los filósofos después y finalmente los científicos, son los abanderados, casi siempre de la interpretación de las leyes de la Naturaleza, de este Gran Todo armónico dentro de la inconmensurable diversidad Cósmica.


 


LOS CUATRO ELEMENTOS VIALES


Los profundos estudios más recientes en el campo de la dietética y de la antropogénsis, confirman plenamente los cuatros principios básicos y vitales de lo que debe ser una alimentación sana, completa, equilibrada y natural, lanzados por la escuela caraqueña, dirigida por el famoso nutrólogo Dr. Scola. He aquí sus bases:

  1. Alimentos vivos y vitalizantes.
  2. Alimentos fermentativos y no putrefactivos.
  3. Alimentos alcalinizantes mayormente.
  4. Alimentos no concentrados generalmente.

 


Vamos a penetrar un poco en la rutilante luz que dan en el campo dietético estos cuatro principios alimentarios y rogamos al querido lector nos dispense un criterio objetivo e imparcial a nuestras experimentadas explicaciones, aunque él se reconozca subjetivamente adicto a sus costumbres opuestas o impotente para cambiarlas.
La vida del hombre y de los animales depende en gran parte de la vida de las plantas. Estas fotosintetizan las sustancias inorgánica en orgánicas y vivas de nuestros alimentos. Estas sustancias vivas se componen de carbohidratos, grasas y proteínas, además de su gran aporte de agua y de los minerales necesarios, junto con los sutiles biocatalizadores naturales (clorofila, enzimas, fitohormonas, etc.). La ciencia nos dice que las células y los organismos son un inmenso complejo enzimático, que concuerda con la evolución antropogenética de más de mil millones de años. “Un alga verde es enormemente completa en su metabolismo y probablemente contenga muchos miles de clases de enzimas”, nos dice el premio Nobel Dr. G. Beadle de Chigado. El engranaje vital es inmenso en los sanos alimentos y merece la vida y naturaleza toda, un profundo respeto en lugar del continuo martirio criminal de la que es objeto en nuestros días.


 


LAS ENZIMAS SON LA VIDA


Las sustancias vitales y vitalizantes pueden ser de acciones directas o indirectas. Las directas son las biocatalizadores exógenas, generalmente no calóricas que provienen de los alimentos directamente y también en gran parte de la flora intestinal fermentativa y son las que ayudan a integrar y reparar el grandioso completo enzimático y hormonal del organismo, las indirectas, son igualmente muy importantes para la citada flora intestinal, por su gran aporte químico-calórico a la dinámica energética del organismo. Las directas constituyen las enzimas y fermentos en sí, las vitaminas, los aminoácidos esenciales, los ácidos grasos no saturados (aceites diversos, maíz, girasol, etc.), minerales principales y las sustancias aromáticas. Las sustancias vitales indirectas las contienen las celulosas finas, pectinas y musilíganos, la fructosa y el ácido láctico, las maltas de cereales germinados y la microflora de los hongos, levaduras, etc.
Estas sustancias  vitales y vitalizantes de la alimentación son muy sensibles a las tensiones y fluencias bioelectromagnéticas, ionizaciones, estados moleculares, a los elementos coloidales dextro levogiros, etc. La manifestación bioelectromagnética de la vida y de la célula, es otra grandiosa maravilla, que nos da la idea de que el cuerpo humano viene a ser como una sincronizada fábrica moderna con más de treinta billones de motores celulares. Es lógica y justa consecuencia que intentemos eliminar de nuestra fábrica humana todos aquellos elementos perturbadores, que además carecen de los factores vitales que son estériles, o que son artificiales y sin vida, que carecen de los minerales necesarios, etc., en una palabra que son sencillamente antivida.


 


LA PRIMAVERA DE LA MUERTE


Raquel Carson tituló su obra denunciadora del problema polutivo “La primavera silenciosa”. Creemos que deberíamos apellidarla “La primavera de la muerte”, si no se pone un riguroso control sobre los elementos antivirales y antienzimáticos que forman la gran lista negra que insertamos a continuación.

  1. Antioxidantes, estabilizantes y preservativos químicos.
  2. Insecticidas, fungicidas, herbicidas, raticidas, parasiticidas, etc.
  3. La industria de los colorantes para la alimentación.
  4. Los aromáticos artificiales, edulcorantes, la sacarina, etc.
  5. La industria de la cosmética, de los detergentes y disolventes.
  6. Los desinfectantes, antisépticos, desodorantes, etc.
  7. La gran gama antibiótica.
  8. Las drogas en general.
  9. Los gases y humos de las combustiones de todos los motores de explosión.
  10. Los aceites minerales y derivados de la industria petroquímica.
  11. Gases, humos y polvillos, detritus de la industria en general.
  12. Escorias y detritus de la industria radiactiva.
  13. Una extensa serie de los derivados del alquitrán, anilinas, medicinas, etc.
  14. Los isótopos y ciertos elementos radioactivos.
  15. Ciertas combinaciones con el arsénico, con el fósforo, con el azufre, con el mercurio, el cobre, el zinc, el plomo y otros tantos metales.
  16. El uso y abuso en la alimentación humana, de grasas polimerizadas (mayonesas, cremas, etc.), producidas por la industria.
  17. Las grasas saturadas.
  18. Los grandes asesinos: alcohol, tabaco, toxicomanías y medicinas de doble filo.
  19. El abuso de la sal común, del azúcar blanco y la pastelería.
  20. Las viviendas necrópolis, el ocio negativo, etc.
  21. Los productos agrícolas contaminados y con defectos carenciales, etc.
  22. Los productos cárnicos y de la pesca con iguales condiciones, etc.

D. BELLSOLA

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